Apuntes

Las razones del lobo...

El problema estriba en esos pastores dispuestos a abrir el redil constitucional

En el Bachillerato, franquista, claro, tuvimos que aprendernos de memoria, en el francés original, una de las fábulas de La Fontaine, «El lobo y el cordero», que hablaba sobre el poder que ejercen los más fuertes sobre los más débiles. En resumen, el lobo hambriento se quiere merendar al corderillo y expone tres razones justificativas. La primera, que le está enturbiando el agua del río, aunque, en realidad, el cordero estaba bebiendo aguas abajo. La segunda, que el año anterior había hablado mal de él, aunque el cordero explica que eso era imposible porque todavía no estaba destetado, es decir, que no había cumplido un año. Y la tercera, que, si no había sido él, había sido su hermano. Pero el cordero explica que no tiene hermano. El argumento final del lobo, se lo traduzco a vuela pluma, es «pues sería alguno de los tuyos, porque me tienen mala voluntad todos ustedes, sus pastores y sus perros. Lo sé de cierto, y tengo que vengarme». Vaya por delante, en el caso que nos ocupa, que a Pedro Sánchez ni todos los corderos ni todos los pastores ni todos los perros le tienen mala voluntad. Es más, los hay que están dispuestos a suscribir las razones del lobo una por una, según se tercie y aunque haya que jurar que las aguas del río corren hacia la montaña y no hacia el mar. No es cuestión de hacer juicios de intenciones, que es una cosa muy fea, pero tampoco se trata de caer en angelismos, porque los hechos son los que son y dejan poco espacio a las interpretaciones, menos aún a las bondadosas. El Gobierno actual, el que perdió las últimas elecciones, legisló buscando a toda costa una mayoría progresista en el órgano de gobierno de los jueces y en el Tribunal Constitucional. Como no lo consiguió en el primero, se sacó de la manga un decreto que impedía al CGPJ en funciones llevar a cabo nombramientos y relevos en los distintos tribunales, incluido el Supremo, no fuera a ser que le colocaran a algún juez «reaccionario», que es como en la izquierda se traduce el término «independiente». Lo chusco es que como la nueva norma también impedía renovar a los magistrados del Tribunal Constitucional tuvieron que volver a reformarla sobre la marcha, que ya se sabe que a estos chicos no les sobra finura jurídica. Una vez conseguida la mayoría progresista en el TC –y a falta de nombrar al magistrado que corresponde al Senado, que ahora sí que puede esperar, no vaya a salirles un «facha»–, la interpretación de lo que es constitucional o no en España está en manos de unos pastores que no parecen tenerle mala voluntad al lobo, entre otras razones, porque cuatro de ellos han servido en gobiernos socialistas o tienen vinculaciones con el nacionalismo. El ejemplo paradigmático es Juan Carlos Campos, ex ministro de Justicia con Sánchez, que, al justificar los indultos a Oriol Junqueras y demás compañeros mártires, llegó a afirmar en la exposición de motivos del decreto que al contrario de la amnistía, «claramente anticonstitucional», los indultos sí estaban comprendidos en los márgenes de la Ley. El lobo tiene sus apetitos y no hay excusa o razón a la que no apele para consumarlos, pero lo que no pudo imaginar La Fontaine es que habría pastores que abrirían gustosamente las puertas del redil. Al menos, a los de mi generación no nos lo enseñaron en el Bachillerato y eso que mis curas del colegio ya nos preparaban para una futura democracia, que uno no es tan viejo.