Opinión

¿Referéndum catalán?: un simple «cambio de opinión»

La cabeza de lista socialista por Barcelona y presidenta del Congreso en esta última legislatura, Meritxell Batet, ha definido la idea que promueve el sanchismo sobre la situación de Cataluña

La cabeza de lista socialista por Barcelona y presidenta del Congreso en esta última legislatura, Meritxell Batet, ha definido la idea que promueve el sanchismo sobre la situación de Cataluña. En un acto de campaña celebrado en Ripollet, ha dicho que Cataluña «por fin es respirable de nuevo»; ello por supuesto «gracias a la acción del presidente del Gobierno central». «Nos podemos mover por nuestros pueblos y ciudades sin miedo al insulto, a ser agredidos y esto lo ha conseguido (Sánchez) mediante el diálogo». Repetimos: todo ello nada más y nada menos que gracias al líder del PSOE que «se la ha jugado» por Cataluña y «para recuperar la convivencia después del 2017». Esta síntesis de la intervención de tan significativa representante del socialismo catalán, pronunciada junto a Salvador Illa, primer secretario del PSC, refleja fielmente la idea que el sanchismo quieren transmitir –por interés más que por convicción– acerca de sus pactos con el secesionismo catalán. Es tan manipuladora la idea, que merece un análisis detallado para poner las cosas en su sitio. Lo primero que debe recordarse es que Sánchez no ha conseguido nada con el objetivo de «mejorar la convivencia en Cataluña», sino que sencillamente ha aceptado sus exigencias a cambio de sus votos, imprescindibles para acceder en su día, y mantenerse ahora, en La Moncloa. Si alguien lo duda, que escuche al portavoz de su socio ERC en el Congreso Gabriel Rufián, contestándole al respecto, afirmando que todas las conquistas fueron exigencias suyas a cambio de sus (13) indispensables votos. Sabemos cuáles fueron estas: indultos a los secesionistas juzgados y condenados por el Tribunal Supremo, sin arrepentimiento ninguno por su parte y contra el criterio unánime del Tribunal sentenciador. Y no bastando con ello, su conducta –tipificada como delito de sedición en el Código Penal– la ha eliminado del mismo, mediante una reforma hecha a la medida de los intereses de los condenados, lo que no tiene precedentes en ningún Estado Democrático y de Derecho que se precie. El separatismo catalán simplemente se encuentra en la actualidad en sus cuarteles de invierno, reagrupando sus fuerzas y lamiéndose las heridas, tras su fracasado procés de 2017 derrotado por la fuerza del Derecho y de la Ley, y haber conseguido ya todo lo que querían para el momento actual. Como «cada día tiene su afán», el 23 J abre otra oportunidad al separatismo si sus votos –unidos a los de EH Bildu– son necesarios para mantener a Sánchez al frente del gobierno. La sombra de un referéndum de autodeterminación planea sobre un simple y nuevo «cambio de opinión» por su parte.