Opinión
«Robo a Dios» y maldición a reyes anticristianos
«San Juan Pablo II gustaba de referirse a Jesucristo citándole como el "Señor de la Historia"»
San Juan Pablo II gustaba de referirse a Jesucristo citándole como el «Señor de la Historia». Tenía muy presente la presencia del «brazo de Dios» en los acontecimientos más relevantes de la misma y es referencia obligada a esos efectos la frase que pronunció al recuperarse de las heridas tras el frustrado atentado del 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro del Vaticano. «Tenía que producirse el atentado contra el Papa “coincidiendo” con la fiesta de la Virgen de Fátima para que la Iglesia y el Papa miráramos al mensaje de la Virgen… porque en los designios de la Providencia NO hay meras coincidencias».
Hay no pocos relevantes hechos que acreditan esa afirmación anterior para quien tiene ojos para ver y quiere ver. Gerardo Manresa y Rafael Molina han escrito algunos episodios históricos que son referencia muy útil para comprobar el inexorable cumplimiento de ese aserto. Uno de ellos se produjo en la Italia de 1855 en pleno impulso del Rey Víctor Manuel II de Saboya del proceso unificador del Reino italiano. Estaba a punto de aprobarse la ley Ratazzi que suprimiría 346 casas religiosas y desposeería a 5406 religiosos de todas sus propiedades y derechos. San Juan Bosco, conocido por sus proféticos sueños, advirtió al Rey de las funestas consecuencias que ocasionaría a la familia real ese «robo a Dios» pero el Rey no quiso renunciar al ingreso para el Tesoro público que significaba esa expropiación. El proyecto de ley empezó su tramitación en el Parlamento el 9 de enero de 1855 un mes después de definir el Papa Pío IX el Dogma de la Inmaculada Concepción, y a los tres días falleció la reina María Teresa madre del Rey.
San Juan Bosco escribió que «no llegaría la Monarquía a la cuarta generación» si seguían adelante, y el día 20 de enero, aniversario de la aparición en Roma de María Milagrosa, la Inmaculada Concepción, falleció súbitamente su esposa la Reina María Adelaida de Austria. El 11 de febrero –futura e inmediata aparición de la Inmaculada en Lourdes– le tocó el turno al hermano del Rey Fernando de Saboya, y el 17 de mayo le tocaba el turno al hijo menor del Rey, Víctor Manuel. En 1870 caía Roma, la capital de los milenarios Estados Pontificios de los que el Papa fue desposeído. Víctor Manuel II murió en 1878 y le sucedió su hijo Humberto I que murió en 1890. La tercera generación fue Víctor Manuel III fallecido en 1946. Su hijo Humberto II fue destronado y con él la Casa de Saboya definitivamente en 1947. Era la cuarta y última generación.
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