Opinión
El «robo a Dios» y sus consecuencias (II)
«Hemos recordado el testimonio histórico de la maldición experimentada por la Casa de Saboya al haber sido la dinastía que desposeyó a la Iglesia Católica de los Estados Pontificios»
Hemos recordado el testimonio histórico de la maldición experimentada por la Casa de Saboya al haber sido la dinastía que desposeyó a la Iglesia Católica de los Estados Pontificios, cuya titularidad tuvieron los Papas desde Carlomagno durante más de mil años. Es elocuente la coincidencia de desgracias ocurridas a esa dinastía en fechas vinculadas a la Inmaculada Concepción, desde que el proceso de la reunificación italiana tuvo un claro impulso justo un mes después de definido el dogma Inmaculista. Pero además de las ya comentadas y reiteradas coincidencias, hay que destacar algunas más.
Una afectó decisivamente a la Casa de Saboya en España, cuando tras la autodenominada «Revolución gloriosa» de 1868, fue derrocada y exiliada la Reina Isabel II de la Casa de Borbón. Con la Constitución de 1869 se estableció una monarquía liberal y electiva, quedando excluida como candidata la de los Borbones. En 1870 la elegida fue la Casa de Saboya en la persona de Amadeo I, hijo de Víctor Manuel II, Rey de Italia, coincidiendo con la desposesión de los Estados Pontificios al Papa Pío IX, que fue quien definió el Dogma de la Inmaculada Concepción. Sin duda este hecho fue determinante para ser la dinastía elegida por su valedor, el General Prim.
Al llegar a Madrid el 30 de diciembre para tomar posesión del trono, tuvo que dirigirse directamente a la Basílica de Atocha a velar el cadáver de su mentor, que había fallecido víctima de un atentado dos días antes. Si su reinado comenzó el 2 de enero de 1871 con mal pie, terminó peor con su renuncia al trono apenas dos años después. La fecha fue otra «singular» coincidencia: 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, quien al aparecerse a santa Bernadette se reveló como la Inmaculada Concepción.
No dejarán de seguir repitiéndose las «no meras coincidencias» –en conocida expresión de san Juan Pablo II– entre los hechos relevantes vinculados a la Inmaculada y esa desposesión pontificia; tras la cual, el beato Pío IX se recluyó en el Vaticano considerándose prisionero, situación que los sucesivos pontífices mantuvieron durante 59 largos años, hasta 1929 en que se firmaron los Acuerdos Lateranenses entre la Santa Sede y el reino de Italia. Por ellos se creaba el estado de la Ciudad del Vaticano, y «casualmente» fue el 11 de febrero. Cuando el secretario de estado del Papa expresó su gratitud por la fecha propuesta, el Duce reconoció el total desconocimiento de su significado. Pero «en los designios de la Providencia, no hay meras coincidencias».
✕
Accede a tu cuenta para comentar