Al portador

Sánchez, es la economía otra vez ¡estúpido!, pero cuántica

El Gobierno cree que la economía, convertida ahora en una baza, puede ir bien, mientras demoniza a sus protagonistas, empresas y empresarios

James Carville fue el asesor genial de Bill Clinton que, en la campaña presidencial de 1992, inventó aquello de «es la economía, ¡estúpido!», que tan buenos resultados dio. Años después, Iván Redondo, un Carville hispano, lo transformó para Pedro Sánchez en «son los sentimientos, ¡estúpido!», algo que, aunque con apreturas, le permitió ganar las dos últimas elecciones. Hace solo unas semanas, en Barcelona, en un foro de La Vanguardia, Redondo insistía y argumentaba que en España «las únicas elecciones en las que la economía fue el factor más influyente fueron las de 2011», cuando Rajoy logró mayoría absoluta ante Rubalcaba. Ahora, sin embargo, no está tan claro y, contra pronóstico, Sánchez podría abrazarse a la economía –aunque fuera de forma un tanto cuántica– para ganar en las urnas. El presidente, de momento, ya pregona que es falso el mito de que la derecha gestiona mejor que la izquierda. La recesión anunciada –que llegará y puede ser de repente– todavía no se vislumbra en el horizonte español, mientras el Gobierno, con habilidad hace magia con los números. Nadia Calviño acaba de enviar a Bruselas la actualización del Plan de Estabilidad, que prevé déficits públicos descendentes desde el 3,9% de 2023 hasta el 2,5% de 2026. Dos semanas antes, el Fondo Monetario Internacional estimaba que el déficit seguirá alrededor del 4% hasta 2028. Si tiene razón –a veces falla– supondrá un aumento de unos 300.000 millones de deuda pública, aunque, claro, en La Moncloa piensan que ni el déficit ni la deuda mueven muchos votos.

La semana pasada, el Gobierno celebró los datos de empleo y paro que, aunque con matices, es cierto, son los mejores en mucho tiempo y la presumible excelente temporada turística los hará más presentables. También se han apuntado a la fiesta los populares Moreno Bonilla y Díaz Ayuso, porque Andalucía y Madrid encabezan la creación de empleo, en un escenario político cuántico, en el que es posible una cosa y su contraria. El Gobierno presume de empleo y el PP critica el paro. El mejor ejemplo, son los fijos discontinuos, que estarían al mismo tiempo en paro y con trabajo, hasta que el ministerio de Trabajo lo aclare. El Gobierno cree que la economía, convertida ahora en una baza, puede ir bien, mientras demoniza a sus protagonistas, empresas y empresarios. La Teoría Cuántica describe la probabilidad de que un suceso dado acontezca en un momento, sin especificar cuándo ocurrirá y Sánchez quiere aprovecharla. «Es la economía otra vez, ¡estúpido!», pero cuántica, diría ahora Carville.