Sin Perdón

Sánchez y la realidad económica

«El milagro económico español, dicho irónicamente, es que los europeos nos financian la juerga»

La macroeconomía y la Historia es la parte que me resulta más interesante e, incluso, apasionante de la economía, pero la microeconomía es fundamental. Sin ella, lo primero es humo y esos juegos malabares a los que nos tienen acostumbrados los malos economistas. Al final, el crecimiento se basa en el comportamiento de los consumidores y las empresas, así como en la cadena de producción y abastecimiento. Uno de los problemas de la política económica gubernamental es que está en manos de tecnócratas con una buena formación y oposiciones a sus espaldas, pero desconocedores de la economía real. Nunca han tenido que afrontar el pago de una nómina. La macroeconomía tiene la ventaja de que las consecuencias de los errores las pagamos entre todos y no afectan a los responsables, que abandonan los cargos para asumir los muy bien retribuidos consejos de administración o consultivos. No hay nada mejor que pasar por el BCE, la Fed o ser un euroburócrata. En última instancia, siempre tienen el recurso de acudir a John Maynard Keynes, el santo laico de los economistas intervencionistas.

En cambio, las consecuencias de los errores en la microeconomía acaban con carreras o se resienten en los sueldos, bonus o planes de fidelización. Desde el autónomo (no incluyo a Garamendi, el «primer funcionario» de la CEOE) a los grandes empresarios pasando por los pequeños y medianos, saben lo que es cotizar a final de mes. Los burócratas de la economía han estudiado con los libros de Dornbusch, Fischer, Samuelson… y, por supuesto, Tamames, al que ahora los necios de la izquierda critican con tan poco respeto siendo como es uno de los grandes economistas de la España contemporánea. El problema es que no conocen la realidad y se dedican a hacer malabarismos con los números. Es algo que siempre me ha resultado muy irritante. Por supuesto, no conocen en profundidad la geografía económica, que antaño se estudiaba, y tienen un conocimiento superficial de la Historia de la Economía, ya que es más divertido tratar sobre el pensamiento económico. Hay políticos que dicen que estudiaron economía, pero supongo que la hicieron en el bar de la Facultad o tuvieron una gran capacidad memorística que luego les sirvió para cantar como papagayos en la oposición.

Este sábado fui a comer al restaurante de un buen amigo. Nada que ver con el lujo, sino con servir producto de calidad en los menús. Más de cien cada día. Por cierto, una comida genial por 15 euros. Nada que ver con los almuerzos ministeriales o las facturas que pagan las Lagarde de turno, tanto españolas como europeas. Mi amigo y su mujer afrontan ocho nóminas cada mes. Ha visto como el recibo de la luz pasaba de 600 a 3.000 euros. Esto pasa desapercibido en los ministerios, porque es un apunte contable. Lo mismo sucede con la compra que ha subido un 30 por ciento. Mientras me hablaba del precio de los huevos, el aceite, las servilletas… pensaba en el drama que se puede producir si nos cortan el grifo del endeudamiento ilimitado que nos ha conducido a una deuda pública de 1,5 billones y subiendo. Por supuesto, el equipo económico de Sánchez espera que el pufo lo asuma la UE mientras su única preocupación es que la máquina del dinero siga produciendo billetes para mantener un crecimiento económico ficticio. Es posible, incluso, que le salga bien este año, ya que es una negociación entre funcionarios españoles con euroburócratas que siguen las órdenes franco-alemanas. El milagro económico español, dicho irónicamente, es que nos financian la juerga.

El dinero tiene un coste. Es posible que lo entendieran, por ejemplo, al estudiar a Dornbusch y Fischer. Con la primera parte hubieran conseguido alguna idea al respecto. Es decir, no es gratis. Alguien tendrá que asumir las consecuencias de un endeudamiento tan monstruoso, así como de tirar las reglas de gasto a la papelera. La ventaja de Sánchez es que la izquierda mediática está entregada. No hay más que recordar lo que sucedió cuando gobernaba el PP. La desfachatez de algunos periodistas, analistas, politólogos y economistas no tiene límite. Ahora nadie habla del Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Entonces se atacó a los populares por haberlo utilizado. Por supuesto, las descalificaciones por las subidas de impuestos para afrontar la grave crisis de deuda soberana eran permanentes. Nadie se preocupaba de señalar la «herencia» socialista, algo evidente acudiendo a los datos de la Contabilidad Nacional y del Banco de España. Es la ventaja que tiene la izquierda política al contar con el apoyo mediático. Las críticas por los incumplimientos eran constantes mientras que las descalificaciones eran inmisericordes.

En cambio, ahora asistimos a un apoyo a la política económica del gobierno que produce bochorno. Ninguna crítica. No solo dicen, con frivolidad ilimitada, que marcamos las políticas europeas, sino que glosan la brillantez del equipo económico gubernamental. Todo porque se limitan a ser unos malos discípulos de Keynes, aunque creo que les va más la autocracia y el dirigismo. Es decir, unas políticas que se reducen al intervencionismo, el endeudamiento y la pérdida de competitividad mientras Estados Unidos se beneficia de la debilidad europea y los países productores incrementan sus beneficios. Las guerras son siempre muy costosas, salvo que sean breves, algo inusual, pero llevamos casi un año de conflicto bélico provocado por la brutal invasión rusa de Ucrania y nada indica que se vaya a ganar o que se acerque el final. Otras guerras fueron útiles para algún país como le sucedió a Estados Unidos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Es la habitual disyuntiva, algo falsa y manipulada, entre «cañones o mantequilla». Los europeos queremos las dos cosas. Es una alternativa realmente costosa con los problemas estructurales que tienen nuestras economías en un sistema global tan competitivo.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)