El trípode

Sánchez al servicio del secesionismo

Desde Waterloo no ha dejado de proferir todo tipo de reproches a España reconociéndose como «no español», y ahora Sánchez envía allí como embajadora plenipotenciaria a su zalamera Yolanda, para suplicarle su apoyo a fin de poder seguir en el Gobierno.

Ayer se vivió una jornada «histórica» en el Congreso… pero de la peor Historia de España. Sánchez, al que tanto parece preocuparle el juicio que en ella merecerá su papel, ha incorporado una gesta más a su hoja de servicios, que es una auténtica felonía a la convivencia y a la identidad nacional de España. Tan evidente es la existencia de diversas lenguas españolas –cooficiales en sus correspondientes territorios– como que hay una que todos los españoles residentes en cualquier lugar de España conocen, y con la que se expresan y se relacionan entre sí con absoluta normalidad. Precisamente por ello, la Constitución establece que «el castellano es la lengua española oficial del Estado».

Desde ayer, y nada menos que en la sede de la soberanía nacional, los diputados representantes del pueblo español se comunicaron entre sí por medio de pinganillos. Separatistas catalanes que odian a España hablaron solo en catalán, mientras otros «patriotas» y antiespañoles vascos seguidores de Otegi, lo hicieron en euskera. Habrá posibilidad también para el gallego, el valenciano, y le seguirán el bable, el «chapurriau», el panocho y todo tipo de dialectos que existen en zonas diversas de la península, archipiélago canario, e islas adyacentes. Todo ello por imposición de un fugado de la Justicia cuyo partido obtuvo la quinta posición en Cataluña el pasado 23-J. Y que huyó vergonzosamente escondido en el maletero de un coche tras consumar un golpe de Estado contra el orden constitucional. Desde Waterloo no ha dejado de proferir todo tipo de reproches a España reconociéndose como «no español», y ahora Sánchez envía allí como embajadora plenipotenciaria a su zalamera Yolanda, para suplicarle su apoyo a fin de poder seguir en el Gobierno.

Para no dejar nada fuera del guion, la Francina Armengol colocada por Puigdemont para hacer posible su felonía, incluso permitió que ayer entrara en vigor tamaño despropósito antes de ser aprobada la reforma del Reglamento que tiene rango de ley orgánica. Hizo muy bien Vox en ausentarse del hemiciclo, no haciéndose cómplice de ese indigno acto, posición que debió adoptar también el PP con sus 137 diputados.

La «deconstrucción» de España con Sánchez de cooperador necesario para que Otegi, Puigdemont, Junqueras y el PNV consigan su objetivo de romper España, le asegura un puesto de «traidor a la Patria». Hay que seguir la pista financiera de la Open Society de su amigo Soros, que en Budapest y Nueva York conocen muy bien. Así como a otra organización acostumbrada a operar en las tinieblas. Tiempo al tiempo, Sánchez.