Bonus Track

Secesión 2

Resulta zafio reconocer que la motivación básica para separarse es la economía. Eso carece de épica

Comenzó esta (penúltima) oleada separatista con Artur Mas gobernando Cataluña. La recesión de 2008 cayó cual garra de hierro. En toda Europa, pero España –como tiene por costumbre histórica, «gracias» a sus tradicionalmente pachuchos gobernantes y voraces élites, en general escaladores profesionales del erario público–, nunca está preparada para afrontar la adversidad de recesiones, invasiones, crisis migratorias, guerras... Así, con Mas «president», comenzaron los recortes. Tiempos durísimos presupuestarios. Allá donde iba Artur Mas en representación de su cargo (y de la corrupta CIU), recibía pitadas, insultos. Funcionarios, asalariados, autónomos, pequeños empresarios cabreados… Mas esquivaba «turbas» en helicóptero. Cuando el PP llegó al poder, soltó a Montoro para embestir a la población trabajadora con dos sílabas de su apellido, dejando en la ruina a millones de ciudadanos. No solo Cataluña sufría las consecuencias de una época aspérrima. Desde 2008 la vida es hosca, semiescabrosa, miserable para España entera, exceptuando a la clase política. Esta vez, pues, el brote secesionista comenzó en Cataluña con el partido de Jordi Pujol en el poder. Artur Mas agachaba la cabeza, tensaba su mandíbula de superhéroe de cómic, no soportaba lo que ocurría: los ciudadanos catalanes le pedían explicaciones «a él» por los impuestos abusivos, menguantes salarios (que siguen como entonces), multas, prevaricaciones, inclemencia burocrática... Alguien (¿su biógrafa Rahola, su chófer, algún consejero…?) le susurró a Mas que, quizás, la solución vendría por mano del separatismo. El mismo secesionismo del pasado, que se encabrita en Cataluña indignado por las crisis económicas. En verdad, la riqueza es un lubricante social excelente. La prosperidad difícilmente favorece la revolución –por mucho que Marx soñara con ello–, el dinero suaviza, acalla. Calma naciones. Pero resulta zafio reconocer que la motivación básica para separarse es la economía. Eso carece de épica. Es mejor ofrecer un relato heroico, ¡de conquista de derechos, de lucha contra la opresión ancestral y ganas de libertad…! La cosa crematística es denigrante, chanflona. El robo grosero y posterior borrado de delitos económicos, un asco. Banderas de mercadillo difíciles de consumir en el mercado interior… E imposibles de exportar.