Sin Perdón

Los socialistas catalanes, los cipayos de Puigdemont

«Es muy interesante la capacidad de adaptación ideológica de los cipayos políticos, jurídicos, intelectuales y mediáticos»

Uno de los grandes éxitos del sanchismo es haber convertido a los socialistas catalanes en los cipayos al servicio de Puigdemont. Una lamentable conclusión para un partido constitucionalista que se ha convertido en una marioneta, tanto del inquilino de La Moncloa como del fugado expresidente de la Generalitat. Hace tiempo que el PSC abrazó la agenda radical de Sánchez, que ahora ha asumido las exorbitantes exigencias de los independentistas. El resultado de las elecciones generales y la obsesión de mantenerse a cualquier precio en la presidencia del Gobierno ha comportado concluir un giro de 180 grados de las posiciones en defensa de la Constitución y la aplicación del artículo 155 a hacer suyo el relato de Puigdemont. Los cipayos eran los soldados indios que estaban al servicio de las potencias coloniales británica, francesa y portuguesa en los siglos XVIII y XIX. No hubiera sido posible que dominaran la India sin su colaboración. Estaban al servicio de sus enemigos a cambió de un sueldo. Por ello, se utiliza también como término despectivo para definir a los secuaces que están sueldo.

Me temo que con el PSC no podemos esperar que protagonicen una rebelión como la de los Cipayos en 1857 contra la Compañía Británica de las Indias Orientales. Es cierto que fracasó, pero obligó a los británicos a disolverla, así como a reorganizar su ejército, el sistema financiero y la administración de la India que pasó a ser gobernada directamente por la Corona con el nombre de Raj. En este caso, una rebelión significaría acabar con el sanchismo, defender a España, la Cataluña constitucional y el Estado de Derecho. Es parar al independentismo. El PSC de Illa seguirá siendo, como sucedía con Iceta, un conjunto de buenos cipayos de Sánchez que hacen lo que les manda La Moncloa. Y como recompensa a su lealtad, un ministerio o una embajada, así como el control del sector público empresarial para que los cipayos más avezados sirvan a las redes clientelares del PSC.

Puigdemont quiere la ruptura con España. Las medidas que ha impuesto a Sánchez son un atentado contra el Estado de Derecho y la separación de poderes. En este proceso cuenta con la ayuda de los cipayos, que son los dirigentes del PSC que quieren mantener sus chollos políticos y siguen con fe ciega las directrices de Sánchez. Es difícil entender que un socialista pueda votar a un partido que ha perdido la autonomía que le caracterizaba y está dispuesto a seguir apoyando medidas que atentan contra el ordenamiento constitucional. Por supuesto, también están los cipayos mediáticos y los jurídicos, encabezados estos últimos por Cándido Conde-Pumpido y sus aliadas en el Tribunal Constitucional, las magistradas Balaguer, Segoviano y Díez. Una mutación constitucional, como la que estamos viviendo, necesita, también, de leguleyos dispuestos a abandonar sus principios para servir al poder. Es una constante en la Historia de los sistemas autoritarios y populistas. Es bueno recordar la República de Weimar, ya que contaba con los mejores juristas de su época.

Un aspecto muy interesante es la capacidad de adaptación ideológica de los cipayos políticos, jurídicos, intelectuales y mediáticos. He de reconocer que me resultaría imposible hacer esos cambios de 180 grados que han protagonizado los conversos del sanchismo. Las críticas más duras, feroces e incluso injustas contra Sánchez no las he escuchado en dirigentes o periodistas de centro derecha, sino en los que ahora ejercen de botafumeiros de la inconstitucional amnistía, sus mentiras o la inventada reconciliación con Cataluña. La conversión se produjo con la victoria de la moción de censura, ya que hasta ese momento lo contemplaban con desprecio. Sánchez tiene bula para hacer lo que le de la gana y el trato que recibe es exquisito. No hay más que recordar las brutales e inmisericordes campañas que sufrió Rajoy por no cumplir sus compromisos electorales, ya que se encontró con una España al borde de la suspensión de pagos y la intervención europea.

Es cierto que la información, en estos tiempos de las redes sociales, circula a una velocidad vertiginosa, pero no tanto para que nuestra memoria sea tan frágil como para no recordar lo que se exigía al PP y lo que se perdona al PSOE. La descarada manipulación con la Operación contra Ayuso es un nuevo ejemplo de esa doble vara de medir. Sánchez ha aprendido que las fake news, es decir, las mentiras de toda la vida, no importan porque cuenta con un gran ejército de cipayos en su partido y fuera de él que aman sus cargos, sus sueldos y las subvenciones. El escándalo que hemos vivido esta semana con el descarado asalto del sanchismo a RTVE hubiera tenido una reacción impresionante si lo hubiera hecho el PP. Nunca se había producido una toma del poder tan grosera y esperpéntica como la que ha liderado con gran éxito José Miguel Contreras. Hay centenares de millones en juego para las productoras y el control de la capacidad informativa del Ente Público.

Todo indica que Sánchez aguantará la legislatura pase lo que pase en las vascas, catalanas y europeas. El cuerpo de cipayos monclovita hará todo lo posible para que el negocio siga en marcha, ya que un cambio de gobierno pondría en peligro el estatus quo. El PSC hará lo que mande Sánchez, aunque es cierto que sueña con un gran éxito de Illa que sirva para blanquear la humillación del Gobierno y el PSOE ante Puigdemont. No importa, porque sea quien sea el próximo inquilino del Palau de la Generalitat no creo que Sánchez asuma ninguna responsabilidad y como sucedió tras la debacle en Galicia todo seguirá igual. No va a renunciar al poder y sus sinecuras por defender la ética política, la Constitución y el Estado de Derecho.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).