El trípode del domingo

«La suerte está echada»

Desde luego, Sánchez y Feijóo no son exactamente Pompeyo y Julio César, pero lideran dos bloques políticos que por voluntad del primero han llevado a España a una auténtica confrontación resucitando las «dos Españas»

Se atribuye a Julio César la conocida expresión «alea iacta est», (la suerte está echada) que pronunció cuando al frente de sus legiones cruzó el río Rubicón que delimitaba la frontera con la República de Italia y que significó una auténtica declaración de guerra contra el Senado que había apostado por Pompeyo frente a él. Desde luego, Sánchez y Feijóo no son exactamente Pompeyo y Julio César, pero lideran dos bloques políticos que por voluntad del primero han llevado a España a una auténtica confrontación resucitando las «dos Españas» que ya creíamos enterradas, pero redivivas por Sánchez con una reconocida especialización en la actividad exhumadora como es sabido.

Hoy, la suerte ya está echada con el voto depositado en la urna, y esta noche sabremos si el «combate», (la campaña), se prolonga por un bloqueo político, –que es otra especialidad adicional sanchista–, o la victoria la obtiene Feijóo, especializado en mayorías absolutas gallegas, aunque hoy es suficiente con que la consiga con la suma del socio de su bloque. Sería deseable cuando menos, que pudiera recuperarse aquel espíritu que inspiró la Constitución de 1978 abriendo un espacio para que políticas consideradas como «de Estado» puedan ser acordadas con acuerdos transversales entre el gobierno salido de las urnas y la oposición; lo que exige para hacerlo posible, que una mayoría social apueste hoy por derogar el sanchismo y hacer necesario resetear el PSOE. La dialéctica «guerra civilista» que el sanchismo ha impuesto con sus leyes memorialistas, parece querer imponer un relato de nuestra Historia que nos vacune de la infección que significaría para ellos el que gobiernen quienes defienden sencillamente el derecho a vivir en una sociedad en la que, por ejemplo, se pueda opinar y escribir libremente, sin que una ley imponga lo que es democrático o no de nuestra Historia. O que discrepar de una determinada ideología sea una conducta tipificada como delictiva en el Código Penal y perseguida por una fiscalía especializada en reprimir el «odio». O que la objeción de conciencia a prácticas abortivas por parte de los profesionales sanitarios, se pretenda limitar o impedir con variadas y variopintas argumentaciones.

En definitiva, aspiramos a que mañana, el nuevo día, sea el primero de una nueva etapa en la que todos quienes convivimos en España nos sintamos conciudadanos con distintas opiniones, convicciones y creencias, que compartimos un espacio público de respeto al diferente, y donde miremos más al futuro que al pasado. Sobre todo, a un futuro que deseamos legar a la juventud, y que sea mejor que el que nosotros recibimos de nuestros mayores. Y que hoy no está en absoluto garantizado.