Escrito en la pared
Tontos útiles del terrorismo palestino
Lo novedoso ahora es que el Gobierno de Sánchez se haya unido al elenco de los tontos útiles, comprometiendo así el prestigio internacional del Estado
No es ningún secreto que el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), articulado para atacar al Estado de Israel, se encuentra vinculado con las principales organizaciones terroristas que configuran el terrorismo palestino: Hamás, Hezbolá, la Yihad Islámica Palestina y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Unas organizaciones con raíces ideológicas muy diferenciadas en las que se reúnen las distintas versiones del islamismo, el cristianismo y el marxismo, aunque unificadas bajo el objetivo común de la aniquilación de Israel. Es precisamente en virtud de esa finalidad por lo que a partir del año 2005 se configuró la campaña BDS, apoyada por numerosas entidades de la sociedad civil palestina y penetrada directa o indirectamente por las mencionadas organizaciones terroristas. No está de más señalar que una parte de los nodos de ese entramado, configurados como ONGs ocupadas en el desarrollo o la defensa de los derechos humanos, ha sido financiada por la Unión Europea y sus países miembros –entre ellos España–, que han actuado en esta materia como «tontos útiles institucionales» del terrorismo, pues una buena parte de los fondos transferidos han acabado en manos de dichos grupos.
Pero en España el elenco de los «tontos útiles» se ha extendido recientemente a un numeroso público alimentado por los partidos de la extrema izquierda, con un protagonismo singular de los que se adscriben además al nacionalismo independentista vasco y catalán, así como por organizaciones juveniles de esta misma orientación. Los vínculos de todos ellos con el terrorismo palestino, articulados a través de las ONGs que éste ha establecido en varios países europeos, Estados Unidos y Sudáfrica, son notorios, como se ha podido comprobar en los casos de la campaña de boicot a la Vuelta Ciclista a España o de la organización de la Flotilla Global Sumud que ahora deambula por el Mediterráneo. A quien conozca las viejas fórmulas de seducción de los intelectuales que, bajo las órdenes de Stalin, articuló el alemán Willi Münzenberg, nada de esto le sorprenderá. Pero lo novedoso ahora es que el Gobierno de Sánchez se haya unido al elenco de los tontos útiles, comprometiendo así el prestigio internacional del Estado. El educado rechazo del canciller Merz señala lo erróneo de esa política.