El bisturí

El totalitarismo en estado puro del PSOE

El partido ha optado por seguir dócilmente a Pedro Sánchez en su viaje hacia ninguna parte

El PSOE ha perdido definitivamente el norte. Lejos de hacer autocrítica por la permanente sucesión de desatinos de esta legislatura, exigir explicaciones a todos los señalados por el dedo de Aldama –ministros incluidos–, poner coto a los escarceos empresariales de la familia del líder y dar un puñetazo en la mesa para impedir un modelo de financiación que consolidará la desigualdad territorial en el país, el partido ha optado por seguir dócilmente a Pedro Sánchez en su viaje hacia ninguna parte, con tal de amarrarse unos meses más en el poder, aunque sea de forma agónica. El Congreso Federal celebrado el pasado fin de semana ha sido un esperpento en toda regla, anticipado en su inicio por el recibimiento entre aplausos de dos condenados por el fraude de los ERE andaluces, Chaves y Griñán, a los que luego el TC progresista indultó, y concluido con la reelección a la suramericana del secretario general, casi por aclamación popular. La estrategia ya la había marcado hacía meses el propio Sánchez, tras volver de su melodramático periodo de reflexión: para hacer frente a la proliferación de escándalos que salpican al socialismo hay que tirar de propaganda, acusando a los jueces de actuar al dictado de la derecha y a los medios de comunicación no afines de ser máquinas de esparcir lodo en defensa de intereses espurios. Y todo ello sin olvidarse de Díaz Ayuso, la auténtica obsesión, el verdadero objeto a batir, la máquina de triturar al PSOE y a la ultraizquierda en cada elección a la que se presenta. Estos son los ingredientes del mejunje cocinado en un Congreso que se ha visto salpicado precisamente por los presuntos casos de corrupción que sacuden las entrañas del partido y del Gobierno, y por la dimisión de Juan Lobato. La salida del opositor socialista consuma otro fracaso progresista en su asalto a Madrid y destapa la dictatorial trama tejida por Moncloa para desbancar a la presidenta madrileña valiéndose para ello de todos los resortes del Estado: desde la Fiscalía hasta los propios ministros, pasando por el aparato mediático adicto al régimen. Totalitarismo en estado puro. Con su verbo directo y afilado, la propia Díaz Ayuso se refirió con sorna a este PSOE autocrático y bananero, señalando que «cuando ha habido sentencias firmes en los juzgados que los han condenado a todos ellos, están en la calle de rositas, indultados por ellos mismos y encima entran entre aplausos», en alusión a lo ocurrido en el cónclave de Sevilla, catalogándolo de «vergüenza». El mensaje a la militancia a partir de ahora es claro. Debe correr la especie de que todo lo que salga es falso y de que el Gobierno democrático está siendo asaltado mediante una creciente campaña de acoso mediático y judicial. Es lo que denominan los más próximos a Sánchez como «la condena del telediario», no se sabe bien si porque se lo creen realmente o tan solo con la intención de adularle, al ser él el difusor de tal teoría. Tan hostigados se ven los dirigentes socialistas, que los secretarios generales de los sindicatos de izquierdas no tuvieron reparos en mostrar una vez más su verdadera careta, echándose en brazos del Gobierno. «El más transformador de la historia del país», señaló ufano Pepe Álvarez, quien no dijo ni palabra de la reciente condena judicial a miembros de su organización en la misma tierra en la que aplaudía a Sánchez.