La situación

Tres meses aciagos

«Llegan unas elecciones en las que la mayor aspiración del partido del presidente es ser tercero»

Esta semana se cumplirán tres meses de la investidura de Pedro Sánchez. No es nuevo que el líder socialista viva peligrosamente. Pero, en estos tres meses, pocas cosas están resultando ser como Sánchez y su maquinaria monclovita habían diseñado.

Si el plan se hubiera cumplido, a estas alturas de febrero ya se habría aprobado la ley de amnistía en el Congreso, estaría en trámite en el Senado y Puigdemont sería un fiel escudero parlamentario del Gobierno. Sin embargo, Sánchez ha comprobado que su poder es inmenso, pero no es omnímodo, y hay jueces que hacen su trabajo como les parece conveniente, sin atender a las urgencias políticas de Moncloa y de Waterloo, valga la redundancia.

Un juez ha elevado al Tribunal Supremo un sumario en el que se cree factible que el prófugo haya cometido un delito de terrorismo. Y los fiscales del Supremo, lejos de considerar esa opción una extravagancia jurídica, se han sumado muy mayoritariamente a ese criterio.

Al tiempo, un juez de Barcelona investiga las conexiones de Puigdemont con Rusia. Y el Parlamento Europeo no solo no ha despejado esa sospecha por ridícula, sino que ha ordenado una investigación, mientras la Comisión de Venecia, del Consejo de Europa, indaga en España si el trámite de la ley de amnistía se compadece con los mecanismos propios de un estado de derecho.

La muerte de dos guardias civiles por los narcos del Estrecho ha sido otra demostración de la falta de contundencia del Ministerio del Interior con esos criminales desde hace años, mientras el campo se levanta con sus tractores, sin que el Gobierno haya sido capaz de normalizar la situación.

Y ahora llegan unas elecciones en las que la mayor aspiración del partido del presidente es ser tercero y que el primero pierda la mayoría absoluta de la que disfruta. Hay meses en los que uno no está para nada, salvo que los reconocidos devaneos de Feijóo con Puigdemont –ingenuos, incomprensibles y contradictorios con su mensaje de oposición– sobre si la amnistía no, pero el indulto sí, y por la reconciliación con Cataluña y tal y tal, rescaten al presidente de su propia temeridad.