Literatura

Escuela de Oxford

Desde la Alta Edad Media, y aún antes, el hombre piensa que todavía queda mucho campo por explorar en la historia de las ideas filosóficas medievales en las que hay algo más que Aristóteles. San Alberto Magno piensa platónico y Santo Tomás, en su doctrina sobre el hombre, la felicidad y el conocimiento, abre luminarias sobre otros campos que poco a poco entran en la concepción filosófica del mundo medieval y se revela como aportación decisiva para el edificio de la filosofía, como puede apreciarse en el libro de Werner W. Jaeger, que ha conseguido superar la idea de Aristóteles acuñada en el siglo XIX: «el realismo» de Aristóteles frente al «idealismo» de Platón. Pero Jaeger ha demostrado, y nos ha hecho verlo claramente, que «Aristóteles tiene conciencia del ser el primer griego que ha mirado el mundo real con ojos platónicos», supuesto decimonónico que, al menos, se ha tornado problemático. También lo fue para Boecio (San Severino Boecio), la gran autoridad medieval que puede considerarse el primer escolástico que captó ya la consonancia entre Platón y Aristóteles.

En todo caso, en el proceso histórico del «long run» o larga duración se origina el espíritu tradicional que no ve el principio de lo nuevo más que lo diferente mientras las ideas nuevas aportan con dificultades y contradicciones. Más de un fundamento para sospechar que en la interpretación del aristotelismo llegaremos a concluir y comprenderemos que hay más de un dato que nos conduce a que la interpretación del aristotelismo, en su relación con el pensamiento platónico, deberá seguir más bien la línea de concordancia que la de discordancia. Además debe tenerse en cuenta en la marcha del proceso histórico de desenvolvimiento, se origina el fenómeno de que el espíritu tradicional no ve al principio lo nuevo más que lo diferente, pues lo nuevo no se aclimata sin contradicciones. Ya en 1210 un Concilio provincial en París prohibía a leer los escritos de Aristóteles sobre filosofía natural, así como los comentarios que se hubiesen hecho sobre ellos. Sí se permitía el estudio de la lógica de Aristóteles. La prohibición parece que es en relación con la actitud eclesiástica frente al panteísmo de Amalrico de Bène y Davis de Dinant, de inspiración neoplatónica. En Toulouse, donde no enseñaban profesores panteístas, no hubo prohibición alguna de Aristóteles; también los ingleses accedieron al estudio de la «Física» de Aristóteles, pese a dos nuevas prohibiciones en 1245 y 1263. El impulso de la influencia del estagirita ya no se detuvo. Por otra parte, Gregorio IX había declarado en 1231 que la prohibición de los escritos filosóficos se mantendría solamente hasta que una comisión de teólogos competentes examinara su valor. Se avanzó tanto que los legados del Papa exigieron, en 1366, como requisito imprescindible para la licenciatura en la Facultad de Artes, el estudio de todo Aristóteles. Justamente otro factor del esplendor escolástico radica en el fortalecimiento de las Universidades. Y hay un tercer factor: las Órdenes Religiosas. El momento cultural fue cumplido por las órdenes de franciscanos y dominicos, que tenían sus grandes centros de estudio en Oxford, Roma, Nápoles y Colonia y crearon en ellos un espléndido plantel de eruditos de primer orden.

En Oxford se conocía a Aristóteles. El fundador de la escuela de Oxford es uno de los grandes traductores directos, pero la actitud ante Aristóteles es crítica. En cambio, el espíritu de la escuela está abierto a las ciencias naturales de los árabes, se cultiva la herencia de Chartres y se promocionan las Matemáticas y la Física. Sobresale de modo muy especial la postura espiritual, como ocurrió en líneas generales en la filosofía inglesa, manteniendo la fidelidad al platonismo agustiniano. Los comienzos de la Universidad de Oxford se relacionan con los franciscanos que fueron llamados allí por el fundador de la escuela, Roberto Grosseteste (1175-1253), que fue un hombre de ciencia como ninguno otro, muy versado en Matemáticas y Óptica; sabía además tanto en lenguas que era capaz de leer a los padres griegos y a los filósofos de la Antigüedad. Bacon enseñó el estudio de los minoritas de Oxford y fue, desde 1208, Canciller de la Universidad y, en 1235, Obispo de Lincoln. Referente a Grosseteste es característica la «metafísica de la luz»; la luz como cuerpo hace una metafísica del ser y el devenir en general. Otra figura interesante de Oxford es Tomás de York, muerto en 1260.