
Al portador
Trucos y trampas presupuestarios
«El Gobierno baraja la baza de que si no saca adelante el techo de gasto evitaría un rechazo formal a los Presupuestos»
Gaston Leroux (1868-1927), el autor de «El fantasma de la Ópera», hace decir a uno de sus personajes que «los trucos más brillantes han sido siempre los más sencillos». Pedro Sánchez insiste, aunque deja dudas en el aire, en que el Gobierno presentará los Presupuestos Generales del Estado. También deja claro que descarta adelantar elecciones si no logra aprobarlos. La vice y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con meses de retraso, ha puesto en marcha el mecanismo legal –una Orden Ministerial publicada ayer en el BOE– para la elaboración de esas cuentas. Muy pocos prevén que los Presupuestos salgan adelante, pero no es imposible. Aprobarlos significaría un balón de oxígeno para el inquilino de La Moncloa, que se encontraría entonces en medio de una autopista despejada hasta el final de la legislatura.
Sánchez, tan hábil como resistente, conoce las dificultades que afronta y, por eso, habría diseñado una puerta de escape para disfrazar un fracaso presupuestario. Un truco tan brillante como sencillo y, claro, algo tramposo. La ley dicta que el Gobierno debe presentar y el Parlamento aprobar el llamado «techo de gasto no financiero», como trámite previo a la elaboración y presentación de los Presupuestos. Los técnicos de Hacienda ya están en ello y alumbrarán un «techo de gasto» que contemple una subida notable. Eso también lo hacen todas las Comunidades Autonómicas, las gobierne quien las gobierne. Aragón (PP) anunció un aumento de su «techo de gasto» del 5,68% y Cataluña (PCS) acaba de plantear un 7,6% más. Hacienda no irá a la zaga. Pregonará que propone subidas importantes de gasto –con teórico acento social, claro– en los Presupuestos como gancho para obtener adhesiones. El verdadero truco, no obstante, estaría en presentar casi al mismo tiempo «techo de gasto» y Presupuestos. En ese caso, si el Parlamento tumba «el techo de gasto», ya no habría opción para que el Gobierno vea rechazados los Presupuestos porque ni tan siquiera llegarían a discutirse en el Congreso de los Diputados. Es casi lo mismo, pero el Gobierno podría esgrimir que no le han rechazado las cuentas. Para algunos, se salva la cara. «Los trucos más brillantes han sido siempre los más sencillos», ya decía Leroux.
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