Cargando...

«De Bellum luce»

El Ventorro (segunda parte)

Lo peor de todo es esa sensación de que ni la derecha, que no sabe cómo librarse de Mazón, ni la izquierda, que grita contra Mazón, están realmente preocupadas por dilucidar con honestidad qué y quiénes fallaron y qué hay que hacer para no volver a fallar

El restaurante El Ventorro se conoce hoy a nivel nacional por estar en el centro de la agenda del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, del malhadado día de la DANA. En Valencia es conocido por todos por ser refugio para la conspiración. Sitio de reunión de políticos y periodistas, donde las malas lenguas advierten de que hay gente del PP con la costumbre de marcharse de allí sin abonar la cuenta, porque ya se encargaban otros de hacerlo por ellos.

La falta de transparencia de la Generalitat hace más verosímiles las acusaciones que circulan contra Mazón. Si no lo cuentas, si te lías en lo que cuentas, es porque lo que puedes contar no es bueno para ti. Pero el problema de Mazón puede que no esté en lo que hizo en El Ventorro, sino en lo que hizo después, desde que se marchó del restaurante hasta que llego al Cecopi, y en compañía de quién.

El presidente de la Generalitat sabe que no hay nadie dentro del PP que le defienda. Pero también sabe que el PP no encuentra la manera de salir de la bola en la que les han metido las decisiones y ausencias del líder valenciano. Dicen que confía su futuro a un golpe de suerte que le ayude a rehabilitarse social y políticamente. La misma suerte que faltó a los valencianos que murieron ahogados o asfixiados por el lodo y que necesitaban que quienes estaban al frente de la gestión de la tragedia no estuvieran despistados en entretenimientos personales o más pendientes de ver cómo se cocía en sus propios errores el principal responsable de esa gestión para, así, intentar recuperar espacio político en el territorio devastado por el agua.

Lo peor de todo es esa sensación de que ni la derecha, que no sabe cómo librarse de Mazón, ni la izquierda, que grita contra Mazón, están realmente preocupadas por dilucidar con honestidad qué y quiénes fallaron y qué hay que hacer para no volver a fallar. En sus cálculos están otras cuestiones que, sin duda, les parecen mucho más importantes que poner rostro a quienes hoy siguen viviendo en la casa de un familiar porque lo han perdido todo, y, si han tenido suerte, no han perdido a alguien querido. Nunca se ha sentido tan vigente a Albert Camus: «La política y el destino de la humanidad se forman sin la participación del hombre de carne y hueso, sin la participación de esos que mueren, de esos que sufren».