El trípode del domingo
Virgen del Carmen: Garabandal y el Ateneo 40 años después
Esta advocación mariana tan querida por el pueblo y celebrada como su Patrona por las gentes del mar, tuvo en la segunda mitad del pasado siglo una relevante presencia en una aldeuca cántabra llamada San Sebastián de Garabandal.
Hoy es la gran fiesta de la Virgen del Carmen, nunca vivida a una semana vista de un domingo de elecciones. Esta advocación mariana tan querida por el pueblo y celebrada como su Patrona por las gentes del mar, tuvo en la segunda mitad del pasado siglo una relevante presencia en una aldeuca cántabra llamada San Sebastián de Garabandal. Allí, desde el domingo 18 de junio de 1961 hasta el 13 de noviembre de 1965 y coincidiendo con la preparación y desarrollo del Concilio Ecuménico Vaticano II, cuatro niñas de 11 y 12 años fueron protagonistas de sucesos solo explicables como éxtasis místicos provocados por la presencia de la Virgen, con visiones, locuciones y manifestaciones diversas de Ella.
Miles de personas de toda España, a las que se fueron sumando otras tantas procedentes de muy diversos países, acudieron a presenciar esos fenómenos, que tuvieron gran eco en los medios de comunicación. La primera respuesta de la jerarquía eclesial fue de prudencia, pero pronto se convirtió en desaprobación y rechazo, afirmando en 1967 que se trataba de «juegos de niñas» explicables «por causas naturales».
Hace 40 años, el 30 de mayo de 1983, un acreditado neuropsiquiatra cántabro, el Dr. Luis Morales –cuyo informe negativo sobre los sucesos fue decisivo para ese rechazo de la diócesis santanderina– comparecía en el Ateneo de Santander para expresar el arrepentimiento por su conducta y su plena convicción del origen sobrenatural de aquellos fenómenos, confiando en que la Iglesia los acabará reconociendo por estar –en su opinión– al nivel de Lourdes y Fátima. Esa declaración motivó que, pese a la inexplicable oposición y hostilidad de sectores eclesiales, el obispo de Santander consiguiera activar en 1989 una nueva investigación al respecto, previo acuerdo con el entonces Prefecto de Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI.
Este pasado martes, 40 años después de aquel acto en el Ateneo, se produjo otro en el mismo lugar bajo el título «Garabandal, 40 años después: Lo difícil es no creer». Entre los intervinientes estuvo Javier Vildósola, antropólogo que formó parte de esa «inexistente» –en expresión literal suya– segunda Comisión eclesial de investigación. Su testimonio interpela las conciencias de quienes ni entienden ni aceptan que no se quiera averiguar la verdad de lo sucedido hace ya 62 años.
«La verdad padece, pero no perece», dijo santa Teresa, y en Garabandal la verdad ya ha padecido demasiado tiempo a manos de quienes deberían ser los mayores interesados en buscarla. Porque la Verdad, como afirmó Jesucristo, «nos hace libres».
✕
Accede a tu cuenta para comentar