Editorial
Yolanda Díaz impone y los empresarios pagan
Ha vuelto a tomar la senda de unilateralismo con la aprobación de la reducción de jornada
Yolanda Díaz ha vuelto a tomar la senda de unilateralismo con la aprobación de una de sus mediáticas medidas laborales, para las que, sistemáticamente, obvia a los empresarios, parte esencial del diálogo social, a los que ningunea una y otra vez sin despeinarse. Lo ha vuelto a hacer ahora con la reducción de la jornada laboral, una medida que ha aprobado únicamente con la rúbrica de los sindicatos y que condena a las empresas a aceptar un incremento de costes que será inasumible para la mayoría de las más pequeñas, además de que obligará a otras muchas a replantearse sus negocios ante la imposibilidad de cumplir con una jornada más corta.
El que una medida de tanto calado no tenga el apoyo de los empresarios ni de la mayoría de los autónomos puede tener el respaldo jurídico, pero no el social. Y ni tan siquiera ha puesto de acuerdo a todo el Gobierno. Se puso de manifiesto esta semana, tras el enfrentamiento dialéctico entre Díaz y Cuerpo por el solo hecho de que el segundo apuntó que esta reforma debería ser equilibrada y entender la heterogeneidad de las empresas. Una posición lógica y cabal que Díaz interpretó como un ataque personal y una traición por alinearse con la postura de la patronal.
Y los empresarios, recordemos, no se niegan a esta reducción –que se aplica ya en muchos convenios y sectores–, sino que solo piden que sea pactada dentro de la estructura de la negociación colectiva para que no sea dañina para la economía, para las empresas ni para los trabajadores. Solo la participación y colaboración entre los agentes sociales puede albergar una norma que no impacte ni en el empleo, ni en la productividad ni en la rentabilidad, ya de por sí muy dañadas.
En realidad, la reducción de la jornada supone una subida encubierta del salario que implica contratar a más personal y, por tanto, tener un incremento de los costes. Y el tejido empresarial español, con un 80% de micropymes, no podrá soportarlo. Y además, aprobarlo así no significa que salga adelante. Tiene que pasar por el Parlamento y el Gobierno no pasa por su mejor momento, con lo que el acuerdo puede ser papel mojado.
Pero la líder de Sumar sigue a lo suyo y parece no darse por aludida, ni atender todas las señales de alarma que le llegan. Todo lo contrario. «Una vez más, escribimos una nueva página en el libro de las grandes conquistas laborales de nuestro país y créanme que esta se va a estudiar en todas las universidades del mundo». A la altura de Gagarin, Fleming, Copérnico, Descartes... se coloca Díaz a sí misma, fuera la careta de la falsa modestia para arrogarse el puesto de adalid de los trabajadores, cuando la realidad y la consecuencia van a ser la pérdida de empleo, el desplome de la contratación y la bajada de persiana de miles de micropymes que ya no van a aguantar más los envites del Gobierno. Señora Díaz, recuerde que usted impone, pero los empresarios pagan.
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