País Vasco

Una joven vasca desvela el trauma compartido por muchos vascos: “No pueden ser más terroríficos”

Una creadora de contenido revive con humor un clásico que ha dejado huella desde hace generaciones en niños vascos

Una joven vasca desvela el trauma compartido por muchos vascos: “No pueden ser más terroríficos”
Una joven vasca desvela el trauma compartido por muchos vascos: “No pueden ser más terroríficos”Ayuntamiento Bilbao | TikTok (maddibereza)

Quienes han crecido en el País Vasco conocen de sobra la escena: tambores, música alegre, gigantes bailando... y cabezudos persiguiendo a los más pequeños (y no tan pequeños) con una porra en mano. Para algunos, se trata de una tradición entrañable. Para otros, especialmente los niños (y no tan niños), es un recuerdo marcado por el miedo, los llantos... y alguna que otra carrera desesperada para evitar el golpe.

Esa dualidad se ha hecho viral gracias al vídeo compartido por la creadora de contenido Maddi (@maddiiberaza), que, con humor y una pizca de pánico, expone lo que muchos callaban: “Creo que todos los euskaldunes tenemos el mismo trauma y son los cabezudos”.

El "trauma" de todos los vascos

En su publicación, Maddi relata entre risas su experiencia con los cabezudos, esas figuras con grandes cabezas de cartón piedra, muchas veces grotescas, que recorren las calles durante las fiestas populares acompañando a gigantes y comparsas. "No sabéis, en mi pueblo no pegaban un poco... es que pegaban unas hostias que no sabéis", comenta con ironía. Y añade: “A día de hoy no me iría a la calle, no voy a salir. Terror”.

Las reacciones no se hicieron esperar. La sección de comentarios se llenó de testimonios similares: desde adolescentes que aún se esconden tras sus madres, hasta quienes aseguran que son ellos los que terminan golpeando a los cabezudos con sus palos de gomaespuma. “Crecí llorando y corriendo cuando era niña”, escribía una usuaria, generando una oleada de respuestas que confirmaban que, efectivamente, no estaba sola.

Otros, sin embargo, les tienen más cariño a estos cabezudos: “No metas a todos los vascos en el mismo saco. En mi pueblo, los cabezudos son muy amables y quieren mucho a los niños”, aseguraba un usuario. Otra afirmaba lo siguiente: “No les tengo miedo en mi pueblo, ellos me tienen miedo a mí, porque la mayoría de las veces me llega ese palo raro y les golpeo”.

¿Qué son los cabezudos y por qué dan tanto miedo?

Para los no iniciados: los cabezudos son figuras tradicionales que suelen aparecer durante las fiestas locales, acompañados de música y gigantes. Su misión (teórica) es animar el ambiente, interactuar con los niños y poner un toque de humor a las celebraciones. En la práctica, muchos los recuerdan como figuras con caras desproporcionadas y aspecto inquietante que persiguen a los más pequeños armados con porras de goma o espuma.

¿El resultado? Una mezcla de diversión, susto y carrera que marca la infancia de muchos. Y que ahora, en plena era de TikTok, se está redescubriendo como una especie de “terror vasco compartido”.

Esta diferencia de percepciones es, en realidad, la esencia misma de la fiesta. La tradición de los gigantes y cabezudos, presente en gran parte de España desde la Edad Media, siempre ha jugado con ese contraste. Mientras los gigantes representan la solemnidad y la nobleza, desfilando con elegancia, los cabezudos son el contrapunto cómico y popular. Su función es la de animar el ambiente, romper la cuarta pared y generar una interacción directa y juguetona con el público.

Esa interacción se materializa en las famosas carreras y en los golpes, que más que agresiones, son parte de un código festivo no escrito. Para muchos, es un rito de paso: el primer desafío al que enfrentarse en la plaza del pueblo, aprendiendo a esquivar, a correr y, finalmente, a plantar cara y reírse del "monstruo".

Lejos de ser un trauma paralizante, para la gran mayoría es una anécdota cargada de adrenalina y risas, un recuerdo imborrable que se cuenta años después. Al final, el gran debate sobre los cabezudos no tiene un ganador claro, porque quizás su magia resida precisamente en eso: en ser capaces de provocar al mismo tiempo el grito de susto y la carcajada más sonora, convirtiéndose en el ingrediente travieso e inolvidable de las fiestas.

El vídeo de Maddi, por otro lado, no ha hecho más que poner en palabras algo que muchos pensaban en silencio y mostrar cómo una de las cosas que une a los vascos es ese recuerdo (o trauma) infantil en fiestas populares de intentar esquivar a los cabezudos entre puestos de feria y globos. Con humor y sin intención de acabar con la tradición, esta generación empieza a mirar esos recuerdos desde la ironía y la complicidad. Probablemente los cabezudos sigan dando vueltas por las fiestas año tras año… pero ahora, al menos, sabemos que no éramos los únicos que salíamos corriendo.