País Vasco
Muy diferente al español: la llamativa forma con la que los vascos llaman al mes de noviembre
Noviembre suele estar relacionado con el frío y el camino hacia el invierno. Sin embargo, los vascos interpretan este mes de una manera particular a través del lenguaje
El euskera da nombre a los meses del año de una forma muy distinta a la del castellano. En lugar de basarse en raíces latinas, muchos nombres proceden de la naturaleza o de las tareas agrícolas que marcaban el ritmo del año en el mundo rural. Así, cada mes tiene un sentido ligado al paisaje o a los cultivos. En el caso de noviembre, los vascos lo llaman azaroa, una palabra con varios significados posibles que siguen generando debate entre los lingüistas.
¿Qué significa “azaroa”? La manera con la que los vascos llaman al mes de noviembre
La forma moderna azaroa se utiliza en todo el País Vasco y Navarra, y es el término oficial del calendario. Pero su origen exacto no está del todo claro. Existen al menos tres teorías principales sobre su etimología, todas relacionadas, de un modo u otro, con la vida agrícola.
Una de las interpretaciones más extendidas vincula azaroa con “aza”, que en euskera significa col. En esta época del año, la col era uno de los pocos vegetales que seguían recolectándose o creciendo en las huertas, por lo que el mes podría haber sido conocido como “el tiempo de la col”. En los caseríos tradicionales, las coles eran una base importante de la alimentación durante el invierno, ya que resistían bien el frío y se conservaban fácilmente.
Otra hipótesis apunta a que el nombre procede de las palabras “hazi” (semilla o crecer) y “aro” (época o estación), por lo que azaroa significaría “la época de las semillas”. Según esta teoría, noviembre sería el momento en el que el campo se prepara para la siguiente temporada: se recogen las últimas cosechas, se guardan las semillas y la tierra entra en reposo para el invierno.
Finalmente, algunos lingüistas relacionan azaroa con el antiguo término “hilzaroa”, que podría traducirse como “el tiempo de la muerte”, en alusión al final del ciclo natural. Esta versión encajaría con la visión tradicional del mes como una transición hacia el invierno y también con las celebraciones de Todos los Santos y los Difuntos, muy arraigadas en la cultura vasca.
Un mes ligado a la tierra
Sea cual sea su origen, todas las interpretaciones coinciden en algo: azaroa describe un momento de cambio en el calendario agrícola. En noviembre, los caseríos terminaban las últimas tareas del campo y se preparaban para los meses más duros. Se almacenaban los productos del otoño, se realizaban las matanzas del cerdo y se conservaban verduras como las coles o las berzas.
Era también un tiempo de recogimiento y trabajo en el interior del hogar. Las lluvias eran frecuentes, los días más cortos y fríos, y el paisaje se teñía de tonos ocres. En ese sentido, azaroa simboliza el cierre del año agrícola, cuando la naturaleza parece detenerse antes de renacer con la primavera.
Antes de la estandarización del euskera moderno, los nombres de los meses variaban de una zona a otra. En algunos valles de Guipuzcoa o Lapurdi se registran formas como azaran hilabetea (“mes de azaro”) o incluso hazaroa, más cercanas al significado de “época de las semillas”. En otras zonas, especialmente del norte de Navarra, se utilizaban expresiones que hacían referencia directa al final del ciclo de la vida o al comienzo del invierno.
Estas variantes muestran cómo el calendario en euskera se formó a partir de la observación del entorno y las costumbres locales. Cada comunidad rural daba nombre a los meses según lo que ocurría en su entorno inmediato: las cosechas, los animales o los fenómenos del clima.
El contraste con el castellano es evidente. “Noviembre” proviene del latín novem, que simplemente significa “nueve”, ya que el año romano comenzaba en marzo. En cambio, el euskera conserva una lógica más descriptiva, natural y simbólica. Mientras que los nombres latinos son numéricos o heredados de dioses, los vascos miran a la tierra: Uztaila (julio) viene de uzta, “cosecha”; Irail (septiembre) de ira, “helecho”; Otsaila (febrero) de otso, “lobo”.
Hoy, azaroa se usa en calendarios, medios y escuelas de todo el territorio vasco. Su sonido sigue evocando ese momento del año en el que el campo se detiene y la vida se traslada al interior. Ya sea por las coles que resisten el frío, por las semillas guardadas para la próxima primavera o por el recuerdo de los difuntos, el mes de noviembre mantiene en euskera un nombre cargado de sentido y profundamente enraizado en la tradición.