Bipartidismo 2.0
La España que no fue: ¿por qué PSOE y PP prefieren pactar con minorías a una 'gran coalición'?
En gran parte de las democracias europeas se han sucedido Ejecutivos en los que conservadores y socialdemócratas han compartido el poder
Son muchas las veces que analistas políticas, periodistas, dirigentes políticos y ciudadanos han aseverado que la realidad política que han dejado al menos las dos últimas elecciones generales han provocado que la gobernabilidad dependa de formaciones con propuestas políticas radicales, como pueden ser Junts y Vox, cada uno con su fondo y a su forma.
Sin embargo, este es un axioma viciado que no se corresponde con la aritmética parlamentaria de Cortes, Parlamentos autonómicos, diputaciones o ayuntamientos. Los representantes del bipartidismo tienen escaños suficientes como para gobernarsin llegar a acuerdos para lograr el apoyo de los independentistas, nacionalistas regionales o de la derecha alternativa. Podrían llegar a La Moncloa sin realizar cesiones políticas con graves consecuencias para nuestra democracia y, en última instancia, para los ciudadanos.
De hecho, quienes hacen que el apoyo de las minorías sean necesarios son Ferraz y Génova. Junts sería absolutamente prescindible para el PSOE si el PP le cediese votos de sus diputados, un escenario que probablemente hubiera dejado en anhelo imposible de los independentistas la amnistía. "No va a admitir el cinismo de que nos pidan luego lo que ustedes se niegan a hacer ahora con el partido más votado por lo españoles", fueron las palabras con las que Feijóo rechazó abstenerse para que Sánchez fuese investido.
El PP trasladó también a los socialistas la propuesta de una legislatura en la que ellos se hiciesen cargo del Consejo de Ministros durante dos años con seis pactos de Estado sobre la mesa. Cumplido ese plazo, establecía el ofrecimiento, se convocarían nuevas elecciones. Un movimiento, tal y como defendió el presidente popular, "en aras de la centralidad" que desactivase la "influencia" de los separatistas.
Sánchez se confesó un opositor a los gobiernos de concentración porque "anula la dialéctica que debe haber en democracia". Es decir, para el líder del PSOE, dejaría inspirativo el relato partidista que sirve como base del electoralismo bipartidista y eso no se puede permitir.
En el reverso, para que el PP se hiciese con la mayoría de los gobiernos regionales y alcaldías Vox no habría sido un aliado vital si los socialistas hubieran facilitado investidura de candidatos populares. En ambos casos se teme que la reacción de los votantes acabe afectando a una de las dos formaciones y el otro acabe por lograr lo que ahora ninguno alcanza: una mayoría propia suficiente.
La excepción española
En las democracias del resto de Europa, como en la alemana, no es algo impensable. En 2018, por ejemplo, durante el último gobierno de Angela Merkel como canciller, la presidencia de Alemania la ocupo el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier. Una gran coalición se firmó para aquella legislatura. No es algo nuevo en el país ya que en la historia democrática de Alemania a partir de la posguerra figuran cuatro 'grandes coaliciones'.
Se repartieron los ministerios y se pactó el programa político a ejecutar. El entonces líder del SPD, Martin Schulz, aseguró que las intensas negociaciones que antecedieron al pacto "valieron la pena", mientras que la conservadora Merkel compartió su satisfacción por haber logrado el gobierno "estable" que merecía el país. 'Grandes coaliciones' entre conservadores y socialdemócratas que también ha habido en Países Bajos, Noruega, Austria y República Checa. España, al igual que Italia y Bélgica, continúan en la excepción.
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