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Así sedujo Kennedy a la alta sociedad española

La viuda del presidente, Jackie Kennedy, visitó en varias ocasiones España, a veces acompañada de la Duquesa de Alba
La viuda del presidente, Jackie Kennedy, visitó en varias ocasiones España, a veces acompañada de la Duquesa de Albalarazon

Lo queremos saber todo sobre una de las más míticas presidencias de la historia de EE UU y todavía hay mucho que descubrir.

Lo queremos saber todo sobre una de las más míticas presidencias de la historia de Estados Unidos y todavía hay mucho que descubrir. Para los escasos mil días de John F. Kennedy como líder del mundo libre, un mandato realmente breve, existe una extensísima bibliografía. Sin embargo, muchos de estos trabajos tienden a repetir historias demasiado conocidas o inspiradas en los detalles más sensacionalistas del mito creado alrededor de JFK y su circunstancia. La mayor parte de lo publicado se centra en asuntos internos y, cuando habla de conflictos internacionales, el objetivo se centra en la Unión Soviética y poco más. Un nuevo libro aporta nuevos documentos y testimonios sobre JFK, pero en esta ocasión profundizando en un aspecto tan poco estudiado hasta ahora como el de la relación del político con miembros de la alta sociedad española. Eso es lo que intenta explicar Josep Maymí Rich en una indagación centrada en la familia Potocki Radziwill, residente en Madrid, y en el embajador Antonio Garrigues y Díaz-Cañabete.

«J. F. Kennedy, la alta sociedad española», editado por Base, reconstruye una historia que ha permanecido inédita hasta la fecha, guardada en domicilios particulares, como el de la familia Potocki, que en este tiempo ha conservado cartas o fotografías tan curiosas como la del presidente haciendo de padrino en el bautizo de la hija de Albrycht Stanislaw Radziwill. Corría el año 1961 y Kennedy viajó casi expresamente hasta la capital británica para formar parte de la celebración religiosa de esa familia residente en Madrid.

Sin embargo, cabe preguntarse si nos encontramos ante el único vínculo de Kennedy con España. Hay un precedente interesante que ha llegado a ser carne de especulaciones de todo tipo. Son las visitas del político y de su hermano Joe a España durante la Guerra Civil y que alguno ha querido prolongar incluso hasta la Barcelona cercana a la derrota republicana. También se ha apuntado equivocadamente que ambos hermanos podrían haber llegado a la España bélica para realizar trabajos de información para su padre, el todopoderoso embajador Joseph Kennedy. Pero los jóvenes Kennedy acudieron al campo de batalla con curiosidad por conocer esos hechos, unas peculiares vacaciones entre las trincheras, como las que se tomó en ese tiempo Ernest Hemingway. Desde luego no cogieron ningún arma.

En Barcelona, se ha querido ver al jovencísimo Jack Kennedy incluso visitando la Generalitat de Companys antes de la derrota republicana. Maymí, en declaraciones a este diario, explicó que «creo que no es verdad que JFK estuviera en Barcelona. Sí sabemos, por la gran biografía que le dedicó Robert Dalleck, que con su amigo Lem Billings llegó durante la guerra hasta San Juan de Luz, pero que no pudieron pasar. Allí estuvieron en contacto con los refugiados republicanos y, por tanto, tuvo una visión de lo que pasaba en España desde la perspectiva republicana. Él buscaba información de primera mano para hacerse una idea de lo que estaba sucediendo en un escenario importante de lo que estaba ocurriendo en Europa».

El franquismo se sintió muy cómodo con los aires conservadores que dio a la Casa Blanca el general Dwight Eisenhower, llegando a pactar y visitar a Franco. Por eso, cuando el joven candidato del partido demócrata John F. Kennedy ganó las elecciones en 1960, a los jerarcas de la dictadura española no les hizo mucha gracia. «En Madrid fueron muy cautelosos al conocer la victoria de Kennedy. En 1953 se había normalizado la relación entre España y Estados Unidos y se había firmado un acuerdo que había que renovar en 1963. La llegada de Kennedy provocó cierto miedo», sostiene Maymí. El ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Fernando María Castiella y Maíz, tuvo la buena idea de nombrar a Antonio Garrigues y Díaz-Cañabete embajador en Estados Unidos. «Garrigues era una persona de perfil liberal, por lo que Castiella cree que es la persona perfecta para que entre allí, que tiene el perfil adecuado. Además de liberal, el diplomático hablaba inglés, como abogado había logrado muchos clientes estadounidenses y había conocido a Joe Kennedy, el hermano del presidente», matiza el autor.

A Garrigues se le ha señalado como uno de los miembros más importantes del círculo presidencial, algo que resulta exagerado. Maymí recuerda que «Jackie siempre tuvo a Garrigues en gran estima. No deja de ser curioso comprobar que cuando Kennedy muere asesinado, al poco tiempo Garrigues deja Washington para convertirse en embajador en Roma. Seguro que había una identificación con el presidente que le obliga a irse hasta Italia dejando Estados Unidos».

En aquel tiempo, a Franco no le interesaba ayudar a los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía, recién casados y en viaje de luna de miel. Un día, Garrigues supo que visitarían Estados Unidos, pero nadie desde España quiso ayudarlo. Era agosto de 1962 y desde Washington se realizó para Kennedy un perfil sobre la pareja que se calificó de «atractiva y amante de los deportes». El documento, conservado hoy en la John F. Kennedy Library, probablemente sea el único de aquella Administración Kennedy con interés hacia un país que no tenía prácticamente ninguna influencia para la política exterior estadounidense por aquellas fechas.

Las balas asesinas de Dallas acabaron con todo aquello. Eso sí, la familia Kennedy no olvidó España y Jacqueline visitó nuestro país gracias a los buenos oficios de la familia Garrigues. Por su parte, Caroline Kennedy, la hija del presidente, también mantuvo el contacto con Madrid gracias a los Potocki.