Buenos Aires

El doctor chino del Papa, pendiente de su salud

Tras recibir una carta del Pontífice, Liu Ming viajará a Roma porque presiente que «algo no está bien»

El doctor chino del Papa, pendiente de su salud
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Durante sus últimos ocho años como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio acudió a la consulta de un médico tradicional chino, Liu Ming, quien a base de acupuntura y masajes consiguió que mejorara su salud. Tras recibir recientemente una carta del hoy Papa Francisco en la que le decía que «gracias a su ayuda» había podido superar «varias dificultades de salud», Ming viajará a Roma para visitar a su antiguo paciente, pues presiente que «algo no está bien». Según explicó a la revista argentina «Noticias», está «preocupado» por su estado. «Yo le había escrito en mayo y cuando mi secretaria me dijo que había una carta del Vaticano sentí mucha emoción», cuenta el médico. En el texto no había ninguna mención a algún problema de salud del Pontífice, pero Ming considera que «me ha respondido por algo, por eso quiero verlo».

Fue Bergoglio el que llamó al médico chino, tras la recomendación de un amigo sacerdote que ya había sido tratado por él. Cuando fue a verle a su despacho en la catedral de Buenos Aires y lo encontró por primera vez, «inmediatamente noté que había cosas que no estaban bien y se lo dije». En ese momento el hoy obispo de Roma le mostró un cajón del escritorio que estaba «lleno de pastillas, de todos los colores y tamaños». «Fue entonces cuando le propuse hacer una prueba: que mientras hiciéramos el tratamiento él dejara de tomar las pastillas. Así tuvimos la primera sesión y me fui. Al segundo día lo llamé para ver cómo estaba y me dijo que perfecto. Al menos hasta que se fue al Vaticano no había tomado ningún medicamento más», cuenta Ming a la citada publicación.

Las consultas fueron al principio tres por semana, luego dos y finalmente una cada 20 días. Bergoglio, según el médico chino, «tenía varios problemas, incluso del corazón». «Su equipo de médicos quería operarlo, pero él no quería. Tomaba muchas pastillas no sólo para el corazón, sino también para la sangre y la diabetes». Tras sus curas, sin embargo, quedó en perfecto estado y podría llegar a vivir «hasta 140 años», asegura. El Vaticano sostiene que Francisco tiene buena salud y sólo ha sufrido una operación cuando tenía 21 años en la que le extirparon la parte superior de su pulmón derecho. Las palabras de Ming contrastan con lo que afirman los familiares y amigos del Papa, quienes siempre dijeron que está «completamente sano». Guillermo Marco, que fue portavoz de Bergoglio en Buenos Aires, señaló a Associated Press que su salud era buena, más allá de los achaques propios de la edad, como el lumbago. Este mal explica su particular forma de caminar «medio torcido», contó Marco.

Ming, a quien el Papa llamaba en broma «la tortura china» cuando lo veía aparecer por la catedral, cuenta que fue siempre un paciente «súper tranquilo». «¡Ni le molestaban los pinchazos! Es una persona muy espiritual. Fue un honor atender a un cardenal que es una persona con gran nobleza, con un rango alto pero a quien, pese a todo eso, no le importaba lo que se veía de afuera sino lo de adentro. Bergoglio es un gran sabio, como la medicina china», opina el asiático. Le llamó mucho la atención que el entonces arzobispo de Buenos Aires tuviera la ropa agujereada, calzase siempre los mismos zapatos y llevase «un reloj muy austero que nunca cambiaba».