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Dos papas santos

Misioneros por vocación

La Razón
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La Jornada de Vocaciones Nativas, promovida por las Obras Misionales Pontificias con la colaboración de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, coincide este año con la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, en este domingo 27 de abril. Esta providencial coincidencia, lejos de superponer dos celebraciones distintas, es ocasión para descubrir la pasión misionera en los dos Papas y valorar cada una de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, que Dios suscita en los Territorios de misión, como verdadero servicio a la Iglesia y a la humanidad.

Juan XXIII vivió los primeros años de su sacerdocio en las Obras Misionales Pontificias de 1921 a 1925, fecha en que fue consagrado obispo. Cuando servía a la Iglesia en este Dicasterio pontificio fue testigo directo del nacimiento de las Obras Misionales Pontificias por parte de Pío XI aquel 3 de mayo de 1922. Ya en el recordatorio de su consagración episcopal (19 de marzo de 1925) hizo grabar la imagen de la Reina de las Misiones y en el año segundo de su Pontificado publicó la encíclica misionera «Princeps pastorum» donde se cita por primera vez en un documento pontificio a la Virgen con esta advocación. Por otra parte, el pontificado de Juan Pablo II fue un peregrinar misionero por el mundo entero para «confirmar a sus hermanos en la fe», promoviendo y fortaleciendo las vocaciones nacientes en estas Iglesias jóvenes. Cómo resuena en nuestros oídos la súplica que lanzó al mundo entero, de manera particular en el Centenario de la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, para que «no se pierda ninguna vocación en la Iglesia por falta de recursos materiales».

El lema de esta Jornada misionera, Misioneros por vocación, es una invitación a colaborar con las diócesis nacientes para que quienes son llamados al sacerdocio o a la vida consagrada respondan con fidelidad a este regalo de Dios. Cada vocación es fruto del trabajo evangelizador de los misioneros que con generosidad han partido a la otra orilla y su palabra y testimonio siguen siendo un aldabonazo para suscitar cada una de estas vocaciones. Son más de 75.000 seminaristas y cerca de 15 novicios y novicias los que hoy han iniciado este recorrido de formación en sus respectivos seminarios y noviciados. Ellos tratan de hacerlo con una respuesta de fidelidad, nosotros les ayudamos con nuestra colaboración espiritual y material, para que la gracia de Dios vaya modelando estas vocaciones que pronto, muy pronto, estarán al servicio de sus hermanos los hombres en aquellos países donde son aún muy pocos los que conocen el Evangelio, y en el mundo entero.

Ante la escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que se está padeciendo en Occidente, resulta elocuente el florecimiento de estas vocaciones en las Iglesias de los Territorios de misión. Sin embargo, ellas carecen de los recursos necesarios para el sostenimiento y la formación de estos seminaristas y novicios. Es la hora de compartir con estas Iglesias nuestros dones porque cada vocación es un don de Dios que hemos de agradecer y sostener.

*Director de Obras Misionales Pontificias