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Roma

¿Qué queda por modificar?

La Razón
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l ¿A qué modificaciones debe aún enfrentarse Francisco?

–El nuevo Papa ha seguido la línea del anterior. Una prueba de ello es lo referente a pederastia, el ámbito financiero, el blanqueo de dinero, la financiación de terrorismo o, incluso, el «lobby gay». Benedicto XVI hablaba de una purificación en la Iglesia, una limpieza que debía empezar por el tema de los abusos sexuales a menores de edad, pero no sólo eso, sino también el aspecto de la homosexualidad, que aunque con total normalidad, precisa de un cambio. Dicho proceso de purificación forma parte de una constante universal: una mayor pureza del cuerpo lleva a una mayor pureza del corazón, y de esta forma se llega a una mayor pureza de la fe. Dicho lo cual, me cuesta creer que falta algo por reformar dentro de la Curia, pero de ser así, debe de ser en ámbitos de menor peso.

l ¿Se puede calificar al actual Pontífice como un reformista?

–Sí, al igual que lo fue Benedicto XVI, en la medida que pudo o le dejaron. El Papa emérito sentó las bases para reformar una serie de aspectos y cuando vio que le faltaban las fuerzas para ello pasó el relevo. De ahí el famoso dossier que recibió Francisco de manos de su predecesor. La renuncia de Ratzinger es un gesto más en todo este proceso, y el ahora Obispo de Roma continúa con la misma línea reformista. No obstante, el concepto de reforma no ha de entenderse como un cambio radical porque sí, sino como un camino hacia la purificación.