Santoral

¿Qué santo se celebra hoy, 26 de noviembre? Todo lo que debes saber del santoral de hoy

Leer sobre la vida y la obra del santo del día nos permite profundizar en la historia de la Iglesia y del cristianismo

Imagen de Silvestre Gozzolini
Imagen de Silvestre GozzoliniDominio Público

El santoral católico es un compendio que reúne los nombres de los santos y beatos que la Iglesia Católica celebra oficialmente en días específicos a lo largo del año. Cada día del calendario litúrgico está asociado con uno o más de estos personajes sagrados, que son conmemorados durante las misas y son objeto de las oraciones de los fieles. Esta tradición de celebrar y honrar la vida de los santos tiene sus raíces en los primeros siglos del cristianismo. Durante este periodo, se empezó a venerar a los mártires y otros individuos que se destacaron como ejemplos a seguir debido a la forma en que vivieron y su testimonio de fe.

Estas celebraciones son mucho más que simples recordatorios. Son momentos de reflexión y conexión con los principios y valores que estos personajes representan. Los santos y beatos, con sus vidas y sus actos, nos muestran cómo mantenernos fieles a nuestros principios, incluso en tiempos de persecución y adversidad. Nos enseñan, a través de sus experiencias, que siempre podemos encontrar la fortaleza para mantenernos fieles a nuestras creencias.

Además, el santoral puede ser un recurso de gran valor para profundizar en la historia de la Iglesia y el cristianismo, y para encontrar inspiración en la vida y las enseñanzas de los santos. Al conectar con estas figuras históricas, los fieles pueden encontrar guía y fortaleza para sus propias vidas, al mismo tiempo que honran el legado de estos individuos ejemplares.

En el santoral de hoy, domingo 26 de noviembre, se conmemoran a varios santos y santas que han dejado una huella en la historia de la cristiandad. Entre ellos podemos destacar a San Alipio, San Amador, San Amonio, San Básolo de Reims, San Belino, San Conrado, San Didio, Santo Domingo Nguyen Van Xuyên, San Esiquio, San Estyliano, San Fausto, San Juan Berchmans, San Leonardo de Porto Maurizio, San Nicón, San Pacomio, San Siricio papa, San Teodoro obispo y mártir, Santo Tomás Dinh Viét Du, Beata Cayetana Sterni, Beata Delfina, Beato Hugo Taylor, Beato Humilde (Lucas Antonio) Pirozzo, Beato Jacobo Alberione, Beato Marmaduco Bowes y Beato Poncio de Faucigny. Desde el periódico LA RAZÓN destacamos a San Silvestre Gozzolini, fundador de la Orden de los Silvestrinos.

¿Quién fue Silvestre Gozzolini?

Silvestre Gozzolini nació en el año 1177 en la localidad de Osimo, situada en la región italiana conocida como las Marcas, y era miembro de una familia noble. Decidió dedicarse a la educación y estudio de dos disciplinas importantes: derecho y teología, las cuales estudió en la prestigiosa universidad de Bolonia. Sin embargo, en el año 1227, un hecho desafortunado cambió el rumbo de su vida. Un amigo cercano a él falleció y este evento lo marcó profundamente, llevándolo a tomar la decisión de dejarlo todo para dedicarse plenamente a la fe en completa soledad.

Silvestre encontró refugio en Grottafucile, un lugar en los Montes Apeninos, donde pudo vivir alejado del bullicio de la sociedad. Pronto, sus acciones y su vida de ermitaño atrajeron a muchos seguidores. Como suele suceder con aquellos que eligen una vida de reclusión y reflexión, Silvestre se convirtió en un modelo a seguir para decenas de discípulos. Con el apoyo de estos seguidores, tomó la decisión en 1230 de mudar la comunidad a Montefano, un lugar cercano al pueblo de Fabriano, y adoptar la Regla de San Benito.

Esta decisión llevó a la formación de una nueva rama dentro de los benedictinos. Esta rama era fácilmente distinguible por su hábito de color azul y sus votos de pobreza, abstinencia y ayuno riguroso. En el año 1231, Silvestre, con la ayuda de sus discípulos, construyó un pequeño monasterio en Montefano, dedicado a la Virgen María y a San Benito.

El Papa Inocencio IV, reconociendo la dedicación y el valor de este nuevo grupo de benedictinos, aprobó oficialmente esta rama el 27 de junio de 1247. Cuando Silvestre murió, el 27 de noviembre de 1267, la Congregación que fundó contaba con 433 miembros y administraba 12 monasterios. Más tarde, en 1598, el Papa Clemente VIII lo declaró santo, reconociendo así su inmenso legado y su contribución a la fe.