Religion
Una historia que merece ser contada
Circula ya el tráiler de la película que con ese título se estrenará en febrero, contando lo esencial de las apariciones marianas que tuvieron lugar en ese pueblo cántabro entre 1961 y 1965; unas apariciones que nunca fueron reconocidas aunque tampoco negadas, por lo que siguen en proceso de estudio. Sin embargo, también en un principio, miles de personas subieron hasta allí convencidas de su autenticidad. Tampoco tuvo dudas Pablo VI: «Garabandal es una segunda vida de la Santísima Virgen en la tierra y no hay palabras para agradecerlo» llegó a decir. Así lo recoge José Luis Saavedra en su tesis doctoral sobre la cuestión, defendida hace pocas semanas, en la Faculta de Teología de la Universidad de Navarra; un hecho que representa un hito histórico en toda esta controvertida historia. Una historia que realmente he llegado a conocer a fondo por mi participación en esa película de estreno inminente, y que merecía la pena ser contada. Destacaría el entusiasmo de los voluntarios –todos lo éramos– que la han hecho posible, así como la intensa oración colectiva que fue el soporte de aquel trabajo; cuyo resultado, dados los recursos disponibles, pienso que ha sido extraordinario: no se iniciaba una sola secuencia sin que todos los implicados nos encomendáramos a la Virgen; más que por la superación de las dificultades técnicas, por los frutos espirituales que pudieran alcanzarse a través del resultado final, transmitiendo la bendición de la Madre de Dios y Madre nuestra. Cuando Santa Catalina Labouré –la vidente de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa– supo de los milagros que se estaban produciendo en Lourdes simplemente dijo: «Esto tenía que estar ocurriendo en nuestra casa», porque esa era parte fundamental del mensaje por ella recibido: las gracias que María está deseando conceder por su mediación y no concede porque no se le piden; la superiora de las Hijas de la Caridad no creyó entonces oportuno abrir al público la capilla de la parisina calle Du Bac donde la joven religiosa vio a la Virgen. No fue la primera ni la última vez que un sitio bendecido por una aparición de la Madre de Dios ha quedado olvidado o tardó mucho tiempo en convertirse en lugar de peregrinación y concesión de gracias: Medjugorje acaba de ser reconocido como lugar de culto y peregrinación, casi cuarenta años después de la primera aparición a causa, en buena medida, de los frutos de conversión que allí se han dado. Parece una señal: en el centenario de Fátima; el mismo año que se defiende con éxito en el mundo académico una tesis a favor de Garabandal, se anuncia la película que recoge su verdadera historia. Al pequeño pueblo montañés, sumido en el silencio y el olvido, nunca han dejado de acudir peregrinos –jamás, ni de lejos, como en aquellos primeros tiempos–, pero también, en menor medida, acuden personas que lo identifican como un enclave estratégico de no se sabe bien qué misteriosas fuerzas telúricas, muy ajenas a la Virgen por supuesto. Algo propio de la «Nueva Era»; del sincretismo relativista –y panteísta– que se impone con fuerza creciente. En Medjugorje, a lo largo de todos estos años de contradicción, ha resultado de vital importancia la presencia de los franciscanos que acogieron a los peregrinos, como señala el enviado especial del Papa, monseñor Hoser. Si finalmente llegara la hora de Garabandal como parece, sería necesario realizar un considerable esfuerzo para procurar asistencia espiritual a los peregrinos que allí acudan buscando lo que buscan también en otros santuarios marianos: la mediación de la Santísima Virgen.
✕
Accede a tu cuenta para comentar