Coronavirus
¿Es posible saber qué estrategia es la adecuada contra el coronavirus y cuál un error fatal?
A la luz del caso chino, la estrategia es triple: uno, confinamiento; dos, test masivos, y tres, equipos de protección suficientes para los sanitarios
Pocas cosas hay más desasosegantes para un ciudadano de a pie que la triste sensación de que sus gobernantes no están atinando con las medidas necesarias para salvar sus vidas. Durante las últimas semanas de pandemia esa sensación ha podido extenderse por el mundo como un virus. No en vano, los ciudadanos de casi cualquier país tienen que observar a los Estados vecinos cómo toman medidas diferentes para combatir el coronavirus. ¿Confinamiento total o parcial? ¿Inmunidad de rebaño? ¿Cierre de fronteras? ¿Test rápidos? ¿Corea del Sur, España, Italia, Reino Unido? ¿Quién lo está haciendo bien y quién mal? ¿Hay algún modo de saberlo?
La revista «The Lancet» ha publicado esta semana un extenso editorial en el que se recoge la evidencia científica al respecto. La conclusión tampoco es para tira cohetes. Como dijo uno de los portavoces de la OMS al comienzo de la crisis global, «no sabemos a ciencia cierta cuáles son las medidas adecuadas en estos casos». Pero el análisis de «The Lancet» ofrece un panorama general suficiente para forjarse una opinión. Y nuestro país no saldría muy bien parado.
En algo menos de un mes, no han dejado de aflorar en el mundo nuevos focos pandémicos. La transmisión del virus se ha hecho global, ha sido muy rápida y ya tiene al planeta entero bajo su control. No hay continente libre de él, salvo, la Antártida. Desde que el 11 de marzo la OMS declara oficialmente la crisis como una pandemia, el organismo que en teoría está encargado de velar por las buenas prácticas sanitarias activó todos los recursos de lo que se conoce como STAG-IH (Grupo Consultor Técnico y Estratégico para las Amenazas Infecciosas). Desde esa entidad, se vigila la evolución de la pandemia y se establecen las recomendaciones para su control. Lo cierto es que muchas de las ideas que surgen de este comité caen en saco roto en buena parte de los países del planeta y, en más ocasiones de las deseadas, quedan en un titular para los informativos de la televisión. «La OMS recomienda que…».
Frenar la curva
En paralelo, muchos países han iniciado su batería de soluciones y respuestas para la contención o la mitigación de los contagios. El objetivo principal de la mayoría de las estrategias no es acabar con el virus, sino dilatar el momento de máximo número de personas contagiadas lo más posible para evitar el colapso de los sistemas sanitarios. Lo que ya se ha convertido en el famoso término de «frenar la curva».
Las decisiones tomadas para lograr ese aplanamiento de la curva no pueden ser, por naturaleza, universales. Dependen de demasiadas variables locales como el número de camas hospitalarias, la pirámide poblacional del país, la relación entre servicios públicos y privados de salud, los movimientos de población internos, los «stocks» de medicamentos, tests o equipos de ventilación… Cada uno de esos factores puede tener repercusión directa en la curva. Ampliar el número de camas mediante la creación de grandes hospitales de campaña (China, España) alivia la presión sobre el sistema, pero no incide directamente en la evolución de los contagios, aunque de manera indirecta sí lo hace si consigue hospitalizar a un mayor número de infectados leves.
Comprar millones de test de diagnóstico puede generar algo más de presión en el sistema, pero incide claramente en la curva de contagios si la medida se acompaña del confinamiento precoz de los positivos. Prácticamente, todas las estrategias nacionales incluyen medidas compartidas: diferentes niveles de distanciamiento social, trazabilidad de los contactos personales en las primeras fases y promoción de la higiene personal. Serían el kit mínimo de medidas que casi todos los países aplican con facilidad. Según se escalan las decisiones, la unanimidad se desvanece y hay algunas diferencias sensibles entre los países a la hora de plantear la realización de tests masivos, de acopiar sistemas de protección para los sanitarios, de comprar masivamente respiradores o de aislar zonas del país. Es evidente que muchas de estas medidas no están al alcance de los países pobres, pero también lo es que algunos países ricos (entre ellos España) han sido lentos a la hora de acometerlas. Cuando se dice que las medidas adoptadas responden al conocimiento científico en cada momento, se dice una verdad a medias. Es cierto que la información sobre el virus ha sido escasa en las primeras fases de la crisis y más abundante ahora. Pero también es cierto que el ejemplo de China fue suficientemente voluminoso en términos estadísticos como para servir de referencia. Bastaba con observar los primeros datos consolidados del país asiático para extraer conclusiones. El 24 de febrero, el Centro para el Control de Enfermedades de China publicó en JAMA (la revista de la Asociación Médica Americana) el informe sobre «Lecciones a tener en cuenta para el manejo de Covid-19». Cualquier responsable sanitario que lo leyera pudo encontrar en él las claves que se han repetido en casi todos los países, incluidas las tasas de mortalidad a medio plazo, las capas de población más sensibles, la importancia de proteger a los sanitarios, la necesidad de realizar tests precoces…
Recomendaciones básicas
El grupo STAG-IH elaboró con los resultados de ese estudio un catálogo de recomendaciones básicas. Primero, la llamada para que todos los países, incluso los que no tuvieran aún casos comunitarios, redoblaran el acopio de recursos humanos y materiales. Segundo, la necesidad de implementar rápidamente medidas de confinamiento. Tercero, y ojo con esta, la recomendación de que todos los países, incluso sin casos confirmados en su territorio, se planteen las medidas para aislar, diagnosticar y trazar al mayor número de individuos. Esto requiere sí o sí la compra masiva de tests diagnósticos. En otras palabras, cualquier autoridad epidemiológica sabe, a la luz del caso chino, que la estrategia adecuada es triple: confinamiento, tests masivos y EPIs suficientes (esto es defensa del personal sanitario)
Es la prueba del algodón de una buena estrategia. Y se sabe desde hace tiempo. ¿La ha pasado España? Juzguen ustedes mismos.
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