Coronavirus
Julián García Vargas: “Hay una segunda división de países en la reacción contra la pandemia en la que está España”
Considerado como el mejor ministro de Sanidad de la democracia junto con Ana Pastor, valora como «adecuada» la labor del Ministerio con el margen disponible
-Usted fue ministro de Sanidad. ¿Habría permitido concentraciones masivas como las del 8-M con las alertas que ya habían lanzado la OMS y los centros europeos de control de enfermedades?
-Las alertas de la OMS y el CDCE de la UE eran recomendaciones no muy contundentes. La OMS declaró la pandemia al tiempo que España establecía el estado de alarma. Ahora bien, en política conviene ponerse siempre en lo peor ante cualquier amenaza. Más vale pasarse en la prevención que quedarse corto. Yo siempre he actuado según ese criterio, pero ¿cómo hubiese reaccionado la sociedad si se hubiesen prohibido los encuentros de fútbol y demás manifestaciones con la información disponible en la semana del 1 al 8 de marzo? Los datos que teníamos eran contradictorios y escasos. A los gobiernos autonómicos, que critican al Gobierno, hay que preguntarles. Si las amenazas eran tan claras ¿por qué no os adelantásteis ejerciendo vuestras plenas competencias sobre eventos?
-¿Cree que el Gobierno actuó a tiempo o que lo hizo tarde?
-En esa reacción hay una 1ª división, los que fueron más previsores, donde figuran Portugal, Grecia, Dinamarca, Noruega y los nórdicos, y una 2ª división en donde están Italia, Reino Unido, Francia, USA… y España. Alemania se coloca entre medias. El SPRA, el sistema europeo de alerta rápida de riesgos de salud, tampoco fue muy dinámico.
-El Gobierno disponía de planes para una pandemia. La Estrategia de Seguridad Nacional apuntaba lo había que hacer y un plan contra una pandemia de gripe, también. ¿Debería haber hecho caso de estos textos?
-Las Estrategias de Seguridad son documentos conceptuales sin tradición en España, aunque el esfuerzo de los últimos años es muy meritorio. Naturalmente que el Gobierno hubiese estado mejor preparado de haberla tenido en cuenta. Pero en países donde esos documentos tienen mayor repercusión, como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, tampoco lo han hecho mejor que en España. Esas Estrategias estaban más centradas en problemas de seguridad militar o política y muy poco en amenazas sanitarias y sociales.
-¿Cómo es posible que la directora de Salud Pública no haya aparecido en público en esta crisis y sí lo haga Fernando Simón?
-Ignoro la razón. Supongo que es porque Fernando Simón es un profesional serio que ya venía ejerciendo de portavoz en crisis anteriores. Creo que en ésta lo ha hecho correctamente, salvando alguna afirmación inicial, compartida por muchos técnicos. Por ejemplo, en la semana del 2 al 8 de marzo, en más de un gran hospital de Madrid se convocó a todo el personal, en el salón de actos, minimizando la amenaza.
-¿Cómo valora la adquisición de material por el Gobierno? ¿Proporcionó a los sanitarios y a la población suficientes medidas de protección?
-A todas las administraciones les cogió desprevenidas. La adquisición de material empezó cuando la pandemia avanzaba y había una competencia internacional tremenda. El Ministerio de Sanidad tiene pocos medios y experiencia y por eso se ha recurrido a la Secretaría de Estado de Comercio, que sí dispone de esos recursos. No obstante, ni el Ministerio ni las autonomías consiguieron proporcionar a los sanitarios los medios necesarios durante las primeras semanas; eso es una desgraciada evidencia.
-¿Cómo es posible que España sea el país con más sanitarios infectados?
-No conozco con precisión las cifras de otros países. El contagio de los sanitarios españoles se debe a las dramáticas deficiencias de material de autoprotección y también, y esto es un elogio, a su entrega a los pacientes, especialmente cuando no se conocía el potencial de transmisibilidad del virus. Los sanitarios de otros países fueron menos generosos.
-¿Son razonables las querellas interpuestas contra el ministro Illa por parte de colectivos profesionales?
-Es normal que estén enfadados, pero me parece que esas entidades podrían ser más útiles a la sociedad y al sistema sanitario si en lugar de entrar en vericuetos judiciales estuviesen proponiendo reformas concretas del Sistema derivadas de la experiencia de estos meses. Por ejemplo, haciendo propuestas de política de personal, de salud pública, de mejora de la atención socio-sanitaria, de reforzamiento de la primaria, de gestión de crónicos y de coordinación público–privada. Se echa mucho de menos esa opinión autorizada de los profesionales, ahora precisamente que su prestigio está en lo más alto. Este es el momento ideal de dar forma, desde abajo, desde los que saben, al Pacto de Estado.
-¿Y qué le parece que España sea el cuarto país con mayor número de muertes totales y por millón de habitantes?
-Muy preocupante. Aunque algunas cifras de países como China no son creíbles. Depende de muchos factores, si bien demuestra una falta de previsión en Salud Pública, incompresible en un país que presumía de tener «uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo». Pero la salud pública es competencia de las autonomías. Al Gobierno se le puede acusar de falta de diligencia en coordinarlas, aunque no es responsabilidad directa suya no haber puesto en práctica la Ley de Salud Pública.
-¿Era Ingesa el organismo idóneo para adquirir un volumen de productos sanitarios tan alto?
-El sistema de compras centralizadas del Ministerio no tenía experiencia ni medios para actuar en la jungla de los mercados de los últimos meses. Por eso ha hecho falta recurrir a los organismos de la Secretaría de Estado de Comercio y obviar ciertos trámites administrativos de contratación. Aún así, por prisas, se han cometido errores con la calidad de ciertos productos. Las autonomías, muy críticas con esas actuaciones, no lo han hecho mejor, y es comprensible, porque los mercados y las urgencias son los mismos para todos, dentro y fuera de España.
-¿Cómo es posible que resultaran adjudicatarias empresas de fuera del sector y que de algunas de ellas no figurara ni el domicilio?
-Desconozco esas circunstancias. Ignoro por qué no se ha hecho más uso de los canales oficiales de compras en China, vía Ministerio de Sanidad, Exteriores o Defensa. Entiendo que cuando tienes una necesidad acuciante como la de proteger a tus sanitarios te arriesgues a ponerte en manos de intermediarios dudosos. Si tienes éxito muy bien; si fallas te crucifican.
-¿Son fiables unas estadísticas que se alteran en mitad de la pandemias ¿La cifra de muertes es real o mayor?
-Lo que he echado de menos son criterios uniformes de notificación en la UE. Para eso existe una comisaria de Sanidad, a la que no se ha visto mucho en estos meses. Tampoco al comisario de Gestión de Crisis. El ECDC, creado por impulso del SARS, dictó normas generales sobre datos en 2013 pero sin descender a detalles; además, no tiene competencias reguladoras, que siguen en manos de la Comisión. Solamente la Comisión podría haber acabado con la disparidad de criterios de datos entre países. Las estadísticas nos están mareando, pero son un asunto difícil. ¿Cómo considerar un fallecido en una residencia sin prueba alguna? Probablemente el número de fallecidos en residencias sería mayor si se consideraran solo síntomas. ¿Cuáles? ¿Y su certificación? ¿Cuántos más? ¿Que tests son los idóneos: los PRC o los de anticuerpos? Hay que ceñirse a casos confirmados y sistemáticos. Sólo un acuerdo entre autonomías, que son el origen de los datos, daría estabilidad a la serie, pero ya hemos visto que algunas se descuelgan, como Madrid. Lo más relevante es la constante en el tiempo.
-¿De quién son responsabilidad las muertes en residencias? ¿Ha hecho algo Pablo Iglesias para mejorar la situación de estos centros?
-La gestión de las residencias es una clara competencia de las autonomías. Los distintos Gobiernos de España podían haber intentado mejorar la atención socio-sanitaria de esos centros, a través del Consejo Interterritorial, coordinándola con la primaria. No entiendo qué podría haber hecho el vicepresidente 2º: es más oportuno evitar otra opinión adicional en este asunto.
-¿Cómo es posible que una comisión cuya composición se desconoce sea la que decida la transición de cada autonomía a una nueva fase?
-Yo los hubiese dado a conocer, aunque el argumento de las presiones puede ser comprensible, dado el ruido político del momento. Pero los responsables no son ellos, es el Gobierno.
-¿Por qué no se hacen test de forma masiva a la población?
-Aparte de su complejidad y su coste, no parece necesario llegar a toda la población. Basta con una muestra suficientemente representativa, además de los que presenten síntomas.
-¿Qué responsabilidad atribuye a las autonomías en lo que está pasando?
-Teniendo en cuenta sus competencias en Salud Pública y en gestión directa de la asistencia, las autonomías en teoría tendrían tanta responsabilidad como el Gobierno. Pero a éste le corresponde la dirección política del país y la coordinación general de la sanidad, además de la sanidad exterior. Por lo tanto la responsabilidad y el liderazgo de la lucha contra la pandemia es del Gobierno y más con el estado de alarma. Otra cuestión es que esta crisis ha recaído sobre un Ministerio de Sanidad debilitado, sin medios, por la inacción de gobiernos de ambos signos. Espero que aprendamos.
-¿Hay riesgo de que vuelvan a subir los contagios?
-Me temo que sí. Por eso hay que apelar a la responsabilidad de los ciudadanos. El Estado no puede proteger a cada uno; ya hemos visto a otros países, que con medidas menos severas, tiene menos contagiados y fallecidos, gracias al comportamiento de sus habitantes.
-¿Cómo valora la actuación del Ministerio en esta crisis?
-Adecuada. Otro partido, con el margen disponible, no hubiera adoptado medidas muy distintas. Erró al responder con retraso, en ciertas adquisiciones y en la consulta previa a otras fuerzas e instituciones. En comunicación no es austero. Acertó en el estado de alarma y en usar a las fuerzas armadas y a los CCSS del Estado. En materia económica y social sus decisiones son correctas. Se mueve bien en Europa. Y la coordinación con las consejerías es buena.
-Usted sufrió una seria intervención quirúrgica cardíaca. ¿Cómo vive el confinamiento?
-Soy una persona de riesgo y me adapto. Estoy agradecido a la Fundación Jiménez Díaz, mi hospital de referencia, que me sacó adelante. Sus profesionales son excelentes.
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