Salvador Illa
El peor ministro de Sanidad es el rey del escaqueo
Si Illa hubiera puesto el mismo empeño en hacerlo bien que en escurrir el bulto no tendría precio
Salvador Illa ha pasado ya a la historia como el peor ministro de Sanidad de todos los que ha habido en España. Sin embargo, también lo ha hecho por ser el mejor en el arte del escaqueo.
Cuando le acusan de desoír todas las alertas internacionales y de actuar tarde y mal ante la pandemia, tanto él como sus compañeros de gabinete no tienen reparos en asegurar que el virus cogió a todos los países desprevenidos, obviando, eso sí, que estados como Portugal o Grecia han evitado miles de muertes por actuar a tiempo. Si le critican por permitir el 8-M por motivos ideológicos, él y su Gobierno echan mano del argumentario del partido y ponen encima de la mesa el mitin de Vox y los contagios que pudo haber en los transportes públicos. Que le acusan de manipular la cifra de fallecidos, Illa y su secuaz Simón echan balones fuera sobre el tejado de las autonomías.
Si atribuyen a su inacción y a la de Pablo Iglesias lo ocurrido en las residencias, el remedio está claro: culpar a Ayuso y a las autonomías, aunque sean las gobernadas por los socialistas las que arrojan los peores datos, especialmente Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura. Si arremeten contra él por comprar tarde, con sobreprecios injustificables y a proveedores desconocidos el material que tanta falta hacía a los sanitarios, alude a la convulsa situación de los mercados en aquellos días fatídicos. Si hubiera puesto el mismo empeño en hacerlo bien que en escurrir el bulto, Illa no tendría precio.
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