Embarazo

La diabetes gestacional duplica el riesgo de enfermedad cardiaca

La probabilidad de tener un accidente cardiovascular se mantiene a largo plazo

Las mujeres con antecedentes de diabetes gestacional tienen el doble de probabilidades de desarrollar calcio en las arterias del corazón
Las mujeres con antecedentes de diabetes gestacional tienen el doble de probabilidades de desarrollar calcio en las arterias del corazóndreamstimedreamstime

El embarazo es uno de los momentos más decisivos de la vida de una mujer, hasta el punto de que puede marcar su salud a largo plazo. De hecho, las mujeres con antecedentes de diabetes gestacional tienen el doble de probabilidades de desarrollar calcio en las arterias del corazón, lo que aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca en la mediana edad, incluso si se lograron niveles saludables de azúcar en sangre muchos años después del embarazo, según una investigación publicada esta semana en la revista científica «Circulation», avalada por la Asociación Americana del Corazón. «Esta vinculación se produce porque el embarazo provoca un estado de estrés capaz de desenmascarar problemas latentes como la diabetes, que es la expresión de un fallo metabólico y vascular. Pero sabemos que ese daño queda grabado en el organismo, es decir, existe una predisposición para que esa mujer sea diabética a largo plazo y que desarrolle con más probabilidad problemas vasculares como un ictus, un infarto de miocardio o patologías coronarias», asegura Almudena Castro, responsable del proyecto «Riesgo cardiovascular a partir del 4º trimestre» de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Se estima que el 9,2% de las mujeres desarrolla diabetes gestacional, según datos de la Organización Mundial de la Salud, de ahí que este hallazgo resulte determinante a la hora de prevenir y vigilar la salud cardiovascular de las embarazadas una vez que dan a luz, ya que «existen datos nacionales que muestran que la incidencia de este problema está aumentando como resultado de mayores tasas de obesidad en la población general y un mayor número de embarazos en mujeres de edad más elevada», advierte Irene Vinagre, coordinadora del Grupo de Embarazo de la Sociedad Española de Diabetes. De hecho, tal y como recuerda Susana Monereo, secretaria de la Sociedad Española de Obesidad, «el exceso de peso, que afecta a un porcentaje no desdeñable de mujeres jóvenes, en torno al 22%, duplica el riesgo de padecer diabetes gestacional e hipertensión. De ahí, la importancia de controlar el peso antes, durante y después del embarazo».

Conscientes de que la diabetes gestacional duplica las posibilidades de presentar enfermedad cardiovascular, «sobre todo en la primera década tras el parto y si desarrollan diabetes mellitus tipo 2, se realiza una revaloración de la diabetes en las primeras semanas después de dar a luz y se promueve un estilo de vida saludable que facilite la pérdida de peso y mejore el perfil metabólico», asegura Vinagre.

Sin embargo, tal y como advierte Castro, todavía existe una gran falta de información al respecto, «y son muchas las mujeres que tras dar a luz no dan ninguna importancia a haber desarrollado una diabetes gestacional. De hecho, aunque informamos a las mujeres de los riesgos futuros que puede haber, la mayoría abandona el seguimiento».

Dieta personalizada

A todas las gestantes se les recomienda realizar una dieta variada y saludable, además de ejercicio físico moderado, intentando un incremento de unos 11-13 kg de peso durante el embarazo o menos si ya tiene sobrepeso u obesidad. Pero, «en caso de que aparezca la diabetes gestacional, se les explica una dieta adaptada a su peso y a sus requerimientos, personalizada, teniendo en cuenta los hábitos de vida, socioculturales e individualizando la dieta a la situación del embarazo. En concreto, se recomienda realizar cinco comidas repartidas a lo largo del día, en la que se suprimirán los azúcares refinados, bollería, refrescos azucarados... y se abogará por la cuantificación y consumo de hidratos de carbono de absorción lenta con alto contenido en fibra. Si con estos cambios no se puede conseguir un control óptimo de los niveles de glucosa en sangre, será necesaria la administración de insulina», explica Vinagre.