Química
Quiere adelgazar. Y desea hacerlo de forma rápida y efectiva. Sin mucho esfuerzo, si puede ser. Por lo que busca en internet el “milagro” que le permitirá perder esos kilos extra que ha ganado durante el verano. De entre ellos, la idea de reducir la cintura comiendo más resulta, sin duda, muy golosa. Los alimentos con calorías negativas han atraído gran cantidad de miradas desde que, en los 90, el profesor norteamericano Neal Barnard diese con ellos: un reducido grupo de productos con un aporte calórico tan pequeño que requieren más energía para ser digeridos que la que aportan ellos en sí. Sin embargo, el poder de estos “quemagrasas” naturales no es tan potente cómo el que muchos se han encargado de predicar. Pensar que la ingesta de una fruta o de una verdura puede restar en lugar de sumar es una idea bastante atractiva, aunque no demasiado realista.
El apio, la lechuga, el tomate, la cebolla, el pepino, la sandía o el melón encabezan, a menudo, las listas que los enumeran porque comparten un perfil nutricional similar: bajos en calorías y altos en fibra. Además, el 90% de su composición es agua. Pero ni por estas características cumplen con el objetivo ansiado. A este proceso se le conoce como termogenia inducida por la dieta. “Se trata de la energía generada por el propio procesamiento de la comida en nuestro cuerpo. Junto con el metabolismo basal, forma parte de todo el gasto calórico que se produce a diario”, explica Viviana Loria Kohen, responsable de la Unidad de Nutrición y Ensayos Clínicos del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (Imdea). “Todos los alimentos aportan calorías y ninguno de ellos adelgaza. No obstante, es cierto que existen ciertos vegetales cuya ingesta aporta un bajo consumo calórico y, al mismo tiempo, tienen un efecto saciente”.
No hay que perder de vista que esa energía que se emplea comiendo supone un porcentaje muy pequeño del gasto total, por lo que los beneficios que se pueden obtener de las dietas basadas en estos planteamientos son mínimos. Y, en cualquier caso, dependerán del tipo y de la composición del régimen. “Además”, insiste Loria Kohen, “no es igual para todos, ya que hay factores que pueden ayudar a mejorar, o no, su eficacia metabólica, como la edad, el sexo, el nivel de actividad física, la composición corporal de grasa y músculo, la presencia de algunas enfermedades o situaciones especiales...”. Así lo recoge un trabajo liderado por científicos del departamento de Ciencias Biológicas y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Alabama (Estados Unidos). En él, han estudiado el efecto de estos alimentos en reptiles Pogona vitticeps, más conocidos como dragones barbudos. Si bien es cierto que esta especie no tiene nada que ver con los seres humanos, también lo es que presentan un tracto gastrointestinal y un proceso digestivo muy similar al de los mamíferos.
Les dieron de comer el 5% de su peso en apio. Luego calcularon las calorías que habían asimilado y hallaron que habían retenido el 24% de la energía de las comidas en las que estos productos fueron los protagonistas. “Es un mito”, subraya Ramón de Cangas, dietista, nutricionista y doctor en Biología Funcional y Molecular. “Esto sólo podría tener lugar, y con un efecto muy poco significativo, cuando se ingiere alguna infusión muy específica. Varios estudios sugieren que en ese caso se puede producir un pequeño incremento del gasto energético, gracias a su riqueza en catequinas y metinxantinas. Sin embargo, su aporte calórico es despreciable”. Para este académico de número de la Academia de Nutrición y Dietética y miembro del Comité Asesor del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, los alimentos con calorías negativas no son más que un mero reclamo publicitario de determinadas dietas: “Ofrecen un listado de productos ricos en fibra y bajos en kilocalorías cuyo consumo abundante apenas incrementa la ingesta energética. Pero esto no quiere decir que gasten más de lo que aportan”.
Según indica la Academia de Dietética y Nutrición de Estados Unidos, éstos constituyen una parte importante de una dieta equilibrada, pero, por sí solos, carecen de nutrientes adecuados, incluyendo las proteínas y grasas necesarias para mantener un organismo sano. “Consumir únicamente este tipo puede ser perjudicial para la salud, ya que nuestro cuerpo requiere energía para vivir. Por ello, se necesita ingerirlos en el contexto de una alimentación equilibrada, así como practicar ejercicio físico. Sólo de esta forma se puede alcanzar un estilo de vida saludable”, aclara la Fundación Española de Nutrición. “Para ello, es necesario consumir otras comidas, en sus cantidades y frecuencias recomendadas”. Más claro, agua. Que, entre otras cosas, es el único alimento que cuenta con cero calorías.