Primeros auxilios
¿Por qué no debemos soplar en las heridas abiertas? ¿Qué deberíamos hacer en su lugar?
Es cierto que puede aliviar mínimamente el escozor de las magulladuras, pero es mejor tratar de evitarlo
Cabría pensar que cuando sucede algo tan común en nuestras vidas como una herida superficial o un arañazo, sabemos cómo actuar para curarla de la mejor manera posible. Sin embargo, este no parece ser el caso. Cuando éramos niños, los mayores nos dijeron que soplar era la forma de aliviar el dolor de los golpes que siempre teníamos en nuestras rodillas y nuestros codos. Y a día de hoy, seguimos haciéndolo sin plantearnos si hacerlo tiene una utilidad error… o sin plantearnos si hacerlo puede ser -incluso- perjudicial.
¿Es bueno soplar las rodillas?
Llevamos tanto tiempo haciéndolo, que cuesta recordar por qué empezamos a hacerlo. Ahora es poco más que un acto reflejo que se desata cada vez que nos rozamos con algo o que nos hacemos una pequeña herida superficial. Lo cierto es que soplar un poco cuando nos hemos hecho una herida puede aliviar mínimamente las sensaciones negativas de dolor e irritación. Sin embargo, no es algo milagroso. De hecho, es un anestésico bastante poco efectivo… el dolor y el escozor seguirán ahí por mucho que soplemos.
Desde el blog de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia nos explican que, aunque el acto de soplar una herida, aunque sea algo intuitivo y que se ha hecho tradicionalmente para aliviar el escozor de las magulladuras, es algo que debemos evitar. En nuestra boca hay un sinfín de gérmenes que pueden contribuir a desarrollar una infección si los lanzamos sobre una herida abierta.
De hecho, ni siquiera deberíamos dejar que las heridas abiertas estuviesen al aire libre. Tal y como explican desde la SEMG, la creencia popular de que dejar al aire las heridas va a hacer que estas cicatricen más rápido no sólo es falsa, sino que también puede llevar a que tenga lugar una infección, porque estará expuesto a muchos más agentes patógenos externos.
Una correcta cicatrización necesita que la herida tenga una humedad concreta. Si privamos a los tejidos dañados de ese correcto balance de humedad, las células que producen el colágeno que reparará la piel, no podrán trabajar al máximo de su potencial. Por eso, la mejor opción es cubrir las heridas con un apósito, lo que evitará que se forme una costra y ayudará a mantener la humedad necesaria en la lesión para una cicatrización idónea.
Pero, ¿y lamerse las heridas?
Si antes decíamos que no era conveniente soplar porque estaríamos exponiendo a una herida abierta a una gran cantidad de bacterias y microorganismos potencialmente dañinos, mucho menos debemos lamernos las heridas. En lugar de soplar o de lamernos las heridas, deberíamos limpiarlas con agua y jabón (mejor si es jabón neutro) y cubrirla con un vendaje estéril para mantenerla protegida de los agentes externos, mientras la mantenemos en unas condiciones de humedad e higiene propicias para su correcta cicatrización.
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