Opinión

El desafío de humanizar a las personas con adicciones

«Necesitamos políticas que aborden esta problemática desde una perspectiva de derechos humanos y salud pública»

"Acompañamos a personas que, con el apoyo adecuado, han transformado sus vidas"
Es necesario un esfuerzo colectivo para sensibilizar a la sociedad sobre las adiccionesDREAMSTIMELA RAZÓN

Este año, al celebrar las cuatro décadas de historia de UNAD, la mayor red de atención a las adicciones de España, me paro a reflexionar no solo sobre los logros alcanzados, sino también sobre los desafíos que persisten, especialmente el estigma que viven las personas con adicciones. Resulta imprescindible hablar de ello, no solo como un obstáculo para quienes necesitan ayuda, sino como una barrera que, como sociedad, debemos derribar para construir un entorno más inclusivo y humano.

A menudo, las personas con adicciones son reducidas a una caricatura injusta que alimenta los prejuicios: se las ve como responsables únicas de su situación, ignorando los múltiples factores que influyen en el consumo problemático, como las desigualdades sociales, la falta de acceso a recursos básicos o los problemas de salud mental. Este estigma perpetúa una narrativa errónea que no solo deshumaniza, sino que también dificulta el acceso a tratamientos y fomenta la exclusión.

La adicción no discrimina. Afecta a personas de todas las edades, géneros, niveles educativos y situaciones socioeconómicas. Y cuando hablo de adicciones no me refiero solo al consumo de drogas. Las adicciones evolucionan al mismo tiempo que lo hace el contexto social, incluyendo nuevos perfiles y nuevas formas de adicción. Por ello, hay que poner también el foco en el juego online y las apuestas deportivas.

Y ante esto, la respuesta social y política muchas veces se centra en la criminalización o en el rechazo, en lugar de apostar por la comprensión y el acompañamiento. En UNAD, hemos aprendido que cada historia detrás de una adicción es única y que solo desde la empatía y el respeto podemos ofrecer soluciones reales y efectivas.

Resulta crucial reconocer que las personas que atraviesan estas situaciones no son números ni casos aislados. Son personas con sueños, miedos, fortalezas y debilidades. Y a pesar de los estigmas, tienen la capacidad de recuperarse, cambiar sus vidas y ofrecer una contribución positiva a la sociedad. Sin embargo, este proceso es más difícil si la sociedad las sigue mirando con desconfianza o indiferencia.

Además, el estigma no solo daña a quienes lo sufren, sino que tiene un efecto contagioso sobre sus familias y entornos. Por ello, nuestro trabajo no se limita a atender a las personas con adicciones sino también a su círculo más cercano, quien, en muchos casos, lidia con la culpa, la desesperación y la incomprensión de una sociedad que todavía mira de reojo en lugar de tender la mano.

A lo largo de estos años, hemos visto cómo el estigma puede ser tan dañino como la propia adicción. Sabemos que etiquetar a alguien como irrecuperable no solo es falso, sino profundamente injusto. Hemos acompañado y acompañamos a personas que, con el apoyo adecuado, han transformado sus vidas. Hemos visto también cómo, con esfuerzo y el respaldo necesario, se puede dejar atrás la adicción y construir una nueva realidad, llena de oportunidades.

Romper este círculo vicioso se presenta como uno de los grandes retos que asumimos en UNAD. Necesitamos un cambio de mentalidad. Necesitamos políticas públicas que aborden esta problemática desde una perspectiva de derechos humanos y salud pública.

También es necesario un esfuerzo colectivo para sensibilizar a la sociedad. En las escuelas, los centros de trabajo, los medios de comunicación y las comunidades debemos fomentar mensajes que promuevan la inclusión y la empatía. La prevención no solo está en evitar el consumo, sino en construir un tejido social fuerte que no deje a nadie al margen. La educación y la información son herramientas poderosas para derribar mitos y prejuicios que perpetúan el estigma.

Este aniversario es una oportunidad para visibilizar que, tras cada individuo con una adicción hay una historia de vida, una persona con derechos. Y es una invitación a mirar más allá de los estereotipos, a construir una sociedad que acompañe en lugar de señalar, que apueste por la recuperación y no por el abandono.

Desde UNAD, renovamos nuestro compromiso de seguir siendo una red de apoyo, un espacio donde las personas encuentren oportunidades, no juicios. Y, en este sentido, hacemos un llamamiento a instituciones, empresas y a la sociedad en general a unirse en esta misión. El progreso no se mide solo por los avances tecnológicos o económicos, sino por la capacidad de no dejar a nadie atrás, de ofrecer apoyo a quienes lo necesitan.

Romper el estigma es posible. En estas cuatro décadas, hemos demostrado que cuando se trabaja con unidad y esperanza, el cambio es real. Ahora, más que nunca, debemos avanzar hacia una sociedad que no solo tolera, sino que también incluye y valora a cada persona por igual.

Sin estigmas, sin barreras, sin exclusión. Y, sobre todo, con la firme convicción de que la recuperación es posible para aquellas personas que deciden dar el primer paso hacia un futuro mejor.

Luciano Poyato Roca es presidente de UNAD, la Red de Atención a las Adicciones