Opinión
Mónica García inicia un lavado de imagen para asaltar Madrid
La todavía ministra de Sanidad trata de edulcorar algunos de los grandes suspensos que arroja hasta ahora su gestión a ojos de la opinión pública
Sabedora de la inestabilidad del Gobierno al que pertenece y de que su bagaje al frente de Sanidad no le hará pasar precisamente a la historia de este Ministerio por sus grandes gestas, Mónica lleva inmersa en lo que llevamos de año en una operación de lavado de imagen que le permita salir airosa y poder llegar con ímpetu a la batalla por Madrid, su verdadero objetivo político.
Además de volcarse en cuerpo y alma en atacar con más inquina, si cabe, a Isabel Díaz Ayuso, la todavía ministra de Sanidad trata de edulcorar algunos de los grandes suspensos que arroja hasta ahora su gestión a ojos de la opinión pública. Con las listas de espera, la estratagema es culpar a las autonomías de su desbordado crecimiento, lanzando de paso algún dardo envenenado a la Sanidad privada, pero con la boca pequeña, pues es Madrid, paradójicamente, la que contribuye a suavizar las pésimas estadísticas nacionales, al ser la región en donde menos tiempo tienen que esperar los pacientes para una operación de todo el Estado y es la privada la que evita el colapso quirúrgico de la sanidad pública.
Con respecto al otro gran fracaso de su gestión, el retraso en la incorporación de las innovaciones terapéuticas autorizadas por Europa, la estrategia es desmontar el informe Wait que elabora la consultora Iqvia para la patronal farmacéutica del viejo continente, en donde España sale malparada. Fruto de este burdo intento de desmentir lo indesmentible es la elaboración de otro informe paralelo en donde tales retrasos aparecen suavizados y en el que se apunta como un éxito que España apenas tarda 344 días y no más de 600 en proceder a la financiación de esos medicamentos. Ver para creer. El otro frente es el profesional y, de momento, el intento de García de dividir a los médicos le está saliendo rana.