Innovación
Vacunación por ultrasonidos, la solución al miedo a los pinchazos
Investigadores de Oxford trabajan en este nuevo método, que además promete una mejor respuesta inmunitaria
El miedo a las agujas (llamado técnicamente tripanofobia) no es tan residual como pensamos. La estimaciones más recientes apuntan a que afecta a entre el 20 y el 25% de los adultos. En el caso de los niños, este temor es más frecuente: afecta a 2 de cada 3. Esta limitación se puso especialmente de manifiesto con las recientes campañas de vacunación mundial frente a la covid, en las que se calculó que 1 de cada 10 personas no se habría inmunizado por esta causa.
Pero parece que la solución a este problema podría estar cerca, ya que investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) trabajan en un nuevo método de vacunación por ultrasonidos, aún en estudio, que podría sustituir a las agujas, consiguiendo además una mejor respuesta inmunitaria, según publican en la revista Frontiers in Conservation Science.
Darcy Dunn-Lawless, estudiante de doctorado del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Oxford, está investigando el potencial de esta administración de vacunas indolora y sin agujas mediante ultrasonidos, que también ha presentado en la conferencia dedicada a la ciencia y la ingeniería del sonido Acoustics 2023 Sydney. "Nuestro método se basa en un efecto acústico llamado cavitación, que consiste en la formación y estallido de burbujas en respuesta a una onda sonora", explica, según recoge Ep. Se trata de un procedimiento que lleva décadas usándose en medicina estética para eliminar la grasa localizada mediante el uso de ultrasonidos de baja frecuencia, que se aplican sobre la zona donde se concentra la grasa para disolver las células adiposas desde su interior.
Dunn-Lawless detalla el proceso en el artículo. "Nuestro objetivo es aprovechar las explosiones concentradas de energía mecánica producidas por el colapso de estas burbujas de tres formas principales. En primer lugar, para despejar los pasajes a través de la capa externa de células muertas de la piel y permitir el paso de las moléculas de la vacuna. En segundo lugar, para actuar como una bomba que impulsa las moléculas del fármaco hacia estos pasajes. Por último, para abrir las membranas que rodean a las propias células, ya que algunos tipos de vacuna deben introducirse en el interior de una célula para funcionar".
La piel mejor que los músculos
Aunque las pruebas iniciales in vivo revelaron que se administraban 700 veces menos moléculas de vacuna con el método de cavitación que con la inyección convencional, este último produjo una mayor respuesta inmunitaria. Según la teoría de los investigadores, esto podría deberse a la piel, rica en inmunidad, a la que se dirige la administración ultrasónica, en contraste con los músculos que reciben la inyección. El resultado es una vacuna más eficiente que podría ayudar a reducir costes y aumentar la eficacia con poco riesgo de efectos secundarios.
Su método de cavitación puede ser especialmente útil para las vacunas de ADN, que actualmente son difíciles de administrar. Si la cavitación ayuda a abrir las membranas que bloquean el acceso terapéutico al núcleo celular, podrán aprovecharse mejor las demás ventajas de las vacunas de ADN, como la respuesta inmunitaria selectiva, el bajo riesgo de infección y la estabilidad en almacenamiento.
"En mi opinión, el principal efecto secundario potencial es universal a todas las técnicas físicas en medicina: si se aplica demasiada energía al cuerpo, se pueden dañar los tejidos -afirma Dunn-Lawless-. La exposición a una cavitación excesiva puede causar daños mecánicos en células y estructuras. Sin embargo, hay pruebas fehacientes de que estos daños pueden evitarse limitando la exposición, por lo que una parte clave de mi investigación es tratar de identificar plenamente dónde se encuentra este umbral de seguridad para la administración de vacunas".
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