Belleza
Donde hay pelo, hay alegría... ¿O no?
Los españoles prestamos gran importancia a nuestra imagen. Queremos ser altos, guapos y presumir de un aspecto agradable. En ese propósito, la depilación pisa fuerte
¿El vello es bello? Pues cada uno de nosotros es un universo insondable e indefinible como categoría. Como todo asunto subjetivo, la cosa va por gustos. Lo que resulta incuestionable es que a día de hoy lo peludo, lo alfombrado, anda de capa caída en nuestra sociedad. El canon de belleza contemporáneo pasa precisamente por lo contrario. La depilación se ha impuesto en el paradigma estético especialmente entre mujeres, en el que no es nuevo aunque sí lo es su generalización. También se ha extendido entre el género masculino. De hecho, la demanda es tal en los centros de belleza que las técnicas para suprimir el pelo en determinadas zonas del cuerpo ha evolucionado en paralelo para poder atender convenientemente las peculiaridades de los clientes que, en líneas generales, desean procedimientos que minimicen el dolor o la molestia y que maximicen la duración de los tratamientos hasta erradicar el vello de las zonas en cuestión. Y lo cierto es que se ha progresado con resultados evidentes. Hoy, la depilación puede ser definitiva e indolora a precios tolerables. El exceso de vello en lugares inconvenientes, que en otras épocas podía causar problemas de relación o autoestima, es cosa del pasado. Estamos también ante una moda que irá a más. Las nuevas generaciones son entusiastas de la erradicación capilar y confiesan en porcentajes singulares que influye en las relaciones de pareja. Que casi un 60% de las personas menores de 34 años se rasure frente al 18% de las mayores de 65 describe su implantación. Este es el perfil estético preponderante y tiene una trascendencia no menor en una sociedad como la nuestra en la que casi nueve de cada diez españoles concede una gran importancia a su imagen. Más allá de que en la actualidad hay campañas de determinados colectivos feministas a favor de del vello corporal como símbolo reivindicativo de la libertad de la mujer, la sociedad va por otros derroteros también como expresión de que cada uno de nosotros elegimos como estar más conforme con nuestra presencia. Y en esas el vello no es bello. A día de hoy.
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