Entrevista
«Tenemos investigación del más alto nivel, pero es frágil por la falta de recursos»
Elías Campo, director de IDIBAPS, reflexiona sobre los retos de la investigación contra la leucemia
–¿En qué momento se encuentra la investigación respecto a la leucemia? ¿Cómo ha cambiado el panorama en los últimos años en este ámbito?
–Es un ámbito extraordinariamente activo desde una perspectiva multidisciplinar y desde una perspectiva de análisis de la enfermedad global, pensando desde aspectos clínicos y genéticos. Pero ahora también desde las ciencias de la ómica y de los grandes datos, con toda la tecnología asociada, que han entrado de una forma muy intensa en el análisis de este complejo conjunto de enfermedades, que llamamos leucemia. Pero cuando hablamos de leucemia y linfoma son más de un centenar de enfermedades diferentes y, por tanto, hay que resaltar la complejidad de todas estas enfermedades, que son muy diversas.
–¿Esa diversidad de enfermedades es uno de los principales obstáculo a los que deben hacer frente los investigadores para poder avanzar?
–Es una de las grandes dificultades, no solo en la investigación, sino también en la clínica. Cómo manejar, diagnosticar, tratar a estos enfermos es un gran desafío ya en la práctica clínica, porque esta gran diversidad de enfermedades, muchas de ellas muy parecidas en sus características biológicas y clínicas, hace que el diagnóstico no sea sencillo. Por eso, en los últimos años, en los centros hospitalarios ha habido un progresivo interés en incorporar personas especializadas y tecnologías apropiadas, porque la distinción de todas estas enfermedades requiere incorporar en la rutina y la práctica clínica todo un conjunto de pruebas genéticas, moleculares, inmunológicas, morfológicas...que requieren su valoración conjunta y esto nos está ayudando a establecer el diagnóstico de una forma más precisa. Cuando tenemos estas enfermedades mejor caracterizadas ello nos permite entrar en profundidad en la investigación de las mismas, porque si las tenemos confundidas unas con otras, la investigación se hace inoperante. El poder disponer en los hospitales de herramientas que nos permitan diagnosticar de forma precisa nos permite entrar en profundidad en la investigación, que la estamos realizando con esta perspectiva de las grandes ómicas, pero también de la inteligencia artificial, de estudios funcionales de modelos en laboratorio que nos permite profundizar en su conocimiento. Estos son elementos claves a día de hoy en el avance de este conocimiento y el desafío que empezamos a tener y que es el siguiente paso que tenemos que logar es cómo este conocimiento que estamos generando lo volvemos de nuevo hacia los hospitales para que pueda utilizarse en la práctica clínica.
–¿Cómo han incidido esos avances en los pacientes?
–La investigación tiene una incidencia en dos puntos fundamentales. Primero, en darnos herramientas en los hospitales para poder identificar y diagnosticar con exactitud y más precisión los diferentes tipos de enfermedades. Al mismo tiempo, dentro de cada uno de estos tipos de enfermedades, los enfermos pueden evolucionar de formas diferentes. Dentro de le leucemia linfática crónica tenemos pacientes que van a convivir con su enfermedad y pueden hacer una vida prácticamente normal sin necesidad de tener ningún tipo de tratamiento. Y enfermos que, teniendo la misma enfermedad, van a evolucionar rápidamente, van a tener complicaciones y vamos a tener que tratarlos intensamente. Así, un primer paso es, no solo saber el diagnóstico, sino también en qué grupo de riesgo está el paciente. Otro gran aspecto es que, una vez sabemos esto, podemos ajustar el tratamiento más adecuado al tipo de enfermedad del paciente.
–¿Cuáles son las principales líneas de investigación?
–Van dirigidas fundamentalmente a entender cómo se originan estas enfermedades, cuáles son los mecanismos que llevan a que unas células normales se transformen en estas células neoplásicas, a contestar la pregunta por qué en unos casos estas células trasformadas se comportan de una forma más agresiva o menos agresiva. Al entender estos mecanismos, la otra gran línea de investigación es buscar cuáles son las vulnerabilidades de estas enfermedades para poderlas atacar con los tratamientos más eficaces. Y en esta línea de nuevos tratamientos está lo que se conoce como células CART, que son células del propio individuo, sus propios linfocitos de defensa, que los modificamos genéticamente en el laboratorio para que, reinfundidos en el paciente, vayan a atacar con mayor eficacia a las células tumorales. Éste es un gran avance conceptual en estos últimos años, que está dando grandes resultados porque es una manera muy específica de tratar la enfermedad basada en las propias células del organismo.
–¿Estamos cerca de encontrar una curación para la leucemia linfática crónica?
–La curación es difícil de decir. Sabemos que en algunas de estas leucemias sí hablamos de curación porque en un gran número de pacientes, cuando los tratamos intensamente, la enfermedad no vuelve nunca más. Una de las preguntas es por qué no en todos los pacientes el tratamiento responde igual y ésta es una de las líneas de investigación. En el caso de la leucemia linfática crónica, podemos hablar de curación en algún pequeño grupo que recibe unos tratamientos extraordinariamente intensos, incluido el trasplante de médula ósea. El problema con alguno de estos tratamientos es que son tan intensos que algunos pacientes se nos quedan por el camino debido al tratamiento.
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