Lección de vida

«La vida no viene como viene, viene como uno decide afrontarla»

En «Diario de un trasplantado», Pablo Delgado de la Serna ofrece sus enseñanzas para aprender del dolor

Pablo Delgado de la Serna
Pablo Delgado de la SernaRuben MóndeloLa Razón

Pablo Delgado de la Serna tiene 43 años, es fisioterapeuta, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria e investigador, está casado y tiene una hija de dos años. Además, es un paciente trasplantado, en diálisis y, en el último año, ha perdido una pierna. Y es así como le gusta presentarse porque su enfermedad no define todo lo que es. Gracias a las facetas que componen su vida y su experiencia ha ayudado a muchas personas durante la pandemia, especialmente en los meses más duros del confinamiento, a no dejarse vencer por la incertidumbre, la falta de motivación o la pérdida vital que supone la vida encerrado.

Recuerda cómo «cuando empezó todo esto veía que muchos de mis amigos y conocidos estaban superados por las circunstancias, no sabían cómo reorganizar su vida y reestructurarla para adaptarse a los cambios que imponía el vivir confinado. Yo estoy muy acostumbrado a eso ya que, de media, cada año de mi vida paso dos meses en un hospital. Por eso empecé a hacer unos vídeos sencillos con consejos sobre cómo mantener rutinas, hábitos y una actitud vital positiva en los malos momentos», explica.

Y ahí se gestó el libro que acaba de publicar, «Diario de un trasplantado», que no es otra cosa que la transcripción literal de los vídeos que creaba cada día, y reproduciendo en su blog, videoblog e Instagram. «Quería que se mantuviera el lenguaje directo porque era el que tenía fuerza para transmitir los mensajes».

Mientras la pandemia iba sumando días y descolocando todo lo que pillaba a su paso, la vida de Pablo se iba complicando. «Fue un año tremendo, empecé el libro con mis dos piernas y lo terminé solo con una. Aunque llevo ya tres trasplantes de riñón a mis espaldas ya que uno me duró una semana, otro, siete años y, el último, 15, más dos años en diálisis, a 9 horas al día cada 48 horas, no estaba preparado para perder una pierna. El hecho de que, el proceso que viví desde que me comunicaron que podía perder la pierna hasta que me la tuvieron que amputar, pudiera compartirlo paso a paso con gente a través de las redes sociales fue catárquico para mí. No fue algo intencionado, simplemente lo aprendí en el camino», explica.

Como reflexiona Pablo en su libro, «la vida no viene como viene, viene como uno decide afrontarla». Parece simple, pero en unos casos lo es más que en otros. «Desde fuera, mi vida parece complicada, y no digo que no lo sea, pero hay que tener en cuenta que esto es lo único que yo conozco, mis riñones nunca han funcionado. Y es una ventaja, porque no conozco la vida de otra manera que no sea luchando esta guerra».

La enfermedad con la que nació se llama reflujo urovesical, y supone que parte de su orina fluye en dirección equivocada después de entrar en la vejiga. En 1977, el año en el que él nació, era una sentencia de muerte. «Mi padre era médico, y gracias a eso tuve todos los medios posibles, que no eran muchos en esa época, para sobrevivir». A los 16 años le hicieron su primer trasplante. El siguiente con 24 y el último es el que dejó de funcionar hace ahora dos años. “La vida esperando un órgano que te permita sobrevivir es muy dura, mucha gente no puede soportarlo», y para esas personas también está escrito su libro.