Religion

Y al séptimo día… el Papa reaparecerá

Francisco vuelve mañana a la escena pública para rezar el ángelus desde el hospital Gemelli justo una semana después de su operación: “Poco a poco está reanudando el trabajo y pasea por la habitación”

Fieles a las afueras del Hospital Policlinico A. Gemelli en Roma, donde el Papa Francisco se recupera de su intervención
Fieles a las afueras del Hospital Policlinico A. Gemelli en Roma, donde el Papa Francisco se recupera de su intervenciónFABIO CIMAGLIAAgencia EFE

El Papa no faltará a su cita dominical con los católicos de todo el planeta. Mañana a las doce del mediodía presidirá el rezo del ángelus. Pero no desde el ventanal del palacio apostólico del Vaticano, sino desde la décima planta del policlínico Agostino Gemelli. Francisco permanece ingresado en el hospital romano desde que el pasado domingo ingresara por su propio pie para operarse de una estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante. O lo que es lo mismo: una obstrucción del intestino delgado.

El pasado viernes, los responsables y técnicos de la televisión vaticana irrumpieron en el apartamento papal del Gemelli. En dos días han convertido parte de la estancia en la que se recupera el Papa en un pequeño plató de televisión para que todo esté listo hoy para la retransmisión en directo del ángelus. Juan Pablo II ya rezó desde allí la oración mariana hasta en 22 ocasiones. La primera, el 17 de mayo de 1981, cuatro días después del atentado que sufrió Wojtyla en la Plaza de San Pedro. La última, en 2005, justo un mes antes de morir, delegó la oración en el entonces sustituto de Secretaría de Estado, Leonardo Sandri, pero logró asomarse a pesar de las limitaciones que le provocaba el párkinson que padecía y la traqueotomía a la que había sido sometido. Desde la Santa Sede no se ha confirmado si Francisco se asomará mañana. Si los plazos se cumplen, el mismo domingo por la tarde, o probablemente el lunes, Francisco regresaría al Vaticano para continuar con su recuperación.

Aunque la intervención cogió por sorpresa a unos y a otros, Francisco llevaba meses planeando cómo y cuándo se haría la operación. Ya en febrero, su nuevo médico personal, Roberto Bernabei, que apenas llevaba un mes en el cargó, realizó un diagnóstico rápido y certero, pero no fue hasta después del viaje a Irak en marzo cuando el Pontífice se planteó dar un paso al frente. Sería en verano, para no tener que pedirse una ‘baja’, o lo que es lo mismo, no generar la más mínima suspicacia sobre un vacío de poder en la Sede de Pedro. Francisco frena en seco su actividad pública en julio, sin audiencias oficiales y bajando el ritmo de trabajo, pero sin desconectar del todo. Entre otras cosas, porque ni tan siquiera hace las maletas para dejar su habitación de la residencia de Santa Marta. Y es que en estos ocho años de pontificado nunca se ha escapado a descansar a Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los papas.

En cualquier caso, el hecho de estar internado, menos aún en periodo estival, en principio no supondría problema alguno desde el punto de vista legislativo para que el Pontífice argentino siga gobernando la Iglesia. Tal y como recoge el canon 335 del Código de Derecho Canónico, solo se perdería sus atribuciones en caso de que quede “totalmente impedida la sede romana”, un extremo que ni siquiera se contempló durante la larga enfermedad de Juan Pablo II. Sin embargo, algunos expertos sí que consideran que existe en este sentido una laguna normativa formal, puesto que no se ha desarrollado el procedimiento legal correspondiente en lo referente a la sede apostólica, aunque sí en el caso de los obispos, y un Papa es, en fondo y forma, obispo de Roma.

En este contexto, el Pontífice cuidó al detalle el camino hacia el quirófano para no levantar sospecha alguna. El jueves 1 de julio cerraba el curso con una vigilia interreligiosa por la paz en Líbano, previo aviso de que comenzaban sus días libres, salvo el rezo del ángelus. Cumplió el domingo y se asomó a saludar a los fieles en la Plaza de San Pedro. Al paso, confirmaba su gira europea para septiembre. Ya se sabía que viajaría a Hungría, pero añadía otra parada: Eslovaquia. El anuncio llevaba consigo un recado implícito que se entendería después: un postoperatorio que no le impediría arrancar el curso con normalidad. Con este preaviso, bendijo a los asistentes y se subía de inmediato al coche que le llevaría el centro hospitalario. Allí desembarcó solo con su chófer y un colaborador. Nadie más. Tanto es así que ni el personal del Gemelli se percató de su presencia. Solo cuando ya estaba todo listo para iniciar una intervención que duraría tres horas, se comunicó al mundo. Ni una sola filtración previa y solo un imprevisto. En principio, Jorge Mario Bergoglio, de 84 años, iba a ser operado por laparoscopia, una técnica poco invasiva que le habría permitido recibir el alta en apenas cinco días. Sin embargo, fue necesario hacerlo a través de una laparotomía, una cirugía que obliga a abrir el abdomen para poder extirpar el lado izquierdo del colon que se encontraba dañado.

A partir de ahí, a lo largo de toda la semana, a las doce del mediodía el Vaticano ha ido informando puntualmente de su evolución a través de partes médicos, aterrizando en el diagnóstico final, pero también detallando cada una de las pruebas a las que ha sido sometido: microbiológicas, análisis de sangre… Y la más relevante, “una tomografía computarizada de tórax y abdomen”, que resultó negativa por lo que se descarta cualquier presencia tumoral en el órgano.

Más allá de unas décimas de fiebre, no se han detectado otras incidencias. De hecho, hoy mismo, el director de la oficina vaticana de prensa, Matteo Bruni, confirmaba que “poco a poco está reanudando el trabajo y sigue paseando por el pasillo del apartamento”. “El viernes por la tarde celebró la santa misa en la capilla privada y a última hora cenó con los que le están asistiendo durante estos días”, ha expuesto Bruni en un comunicado en el que también compartió que el Santo Padre, “constatando en primera persona la calidad humana del personal médico y sanitario que le atiende, ha dirigido un pensamiento especial a todos aquellos que con cuidado y compasión eligen el rostro del sufrimiento, involucrándose en una relación personal con los enfermos, sobre todo con los más frágiles y vulnerables”.