Salud

Los ictus o infartos cerebrales, cada vez más frecuentes en los jóvenes

Cada año más de 110.000 personas lo sufren y el 90% de los casos se podrían evitar

El ictus, primera causa de daño cerebral adquirido que afecta a población cada vez más joven
El ictus, primera causa de daño cerebral adquirido que afecta a población cada vez más jovenCentro de Neurología avanzada (CNA)

El ictus o más comúnmente conocido como infarto cerebral o embolia es una enfermedad cerebrovascular producida por la obstrucción de la circulación en un vaso sanguíneo o bien por su ruptura. La sangre no llega en la cantidad necesaria y, como consecuencia, las células nerviosas no reciben oxígeno y dejan de funcionar. La falta de riego o la hemorragia consecuente produce un daño cerebral que puede ocasionar desde la muerte a importantes déficits funcionales.

Cualquier persona puede padecerlo, especialmente a partir de los setenta y cinco años, pero cada vez ocurren más casos de ictus y cada vez en personas de menor edad, datos que han hecho saltar las alarmas entre la comunidad médica.

De hecho, en los últimos 20 años ha aumentado en un 25% el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años. Además, un 5% de los mayores de 65 años de nuestro país han tenido un ictus. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en que los próximos 25 años su incidencia se incrementará un 27%.

Por ello y con motivo del Día de Daño Cerebral Adquirido, que se celebra el próximo 26 de octubre y del Día Mundial del Ictus que se conmemora tres días después, el Centro de Neurología avanzada (CNA) ha puesto en marcha un decálogo a fin de dar a conocer y sensibilizar a la población sobre la realidad del paciente que sufre estas lesiones y, sobre todo, hacer hincapié en la importancia de la rehabilitación inmediata para conseguir la máxima recuperación de las facultades cognitivas, físicas y emocionales del paciente.

Y es que según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el Ictus es hoy en día la segunda causa de muerte en España (la primera en mujeres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia.

Igualmente, en España cada año 110.000-120.000 personas sufren un ictus, de los cuales un 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen y alrededor del 90% de las personas que sufren un Daño Cerebral Adquirido van a necesitar algún tipo de rehabilitación. Actualmente, más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.

¿Cómo prevenir un ictus?

El estrés, el sedentarismo, la comida basura y procesada son factores de riesgo que pueden desembocar en un caso de ictus. De hecho, los informes indican que el 90% de los casos de ictus se podrían evitar con una adecuada prevención de los factores de riesgo y un estilo de vida saludable, subrayan desde el CNA.

Unos buenos hábitos de vida, llevar un control anual de la tensión arterial, realizar un análisis periódico de colesterol y glucosa, y hacer ejercicio diario, son algunas de las pautas de prevención para los más jóvenes.

¿Cómo detectar un ictus?

Los síntomas del ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada y, aunque su tipología depende del área del cerebro que se vea afectada, los principales síntomas además de un intenso dolor de cabeza son la pérdida brusca de la fuerza o la sensibilidad en una parte del cuerpo, generalmente afecta a una mitad del cuerpo, manifestándose sobre todo en la cara o en las extremidades.

Asimismo, el ictus puede producir la alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión doble o incapacidad para apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual y la pérdida brusca de coordinación o equilibrio y la pérdida brusca del leguaje con dificultades para hablar y entender.

Secuelas y tratamientos

El Daño Cerebral Adquirido o DCA es la discapacidad originada por una lesión repentina en el cerebro que hasta el momento había tenido un desarrollo normal y que se caracteriza por su aparición brusca y por el conjunto variado de secuelas que presenta según el área del cerebro lesionada y la gravedad del daño.

Independientemente de su causa,el DCA tiene como consecuencia fundamental la pérdida de funciones cerebrales previamente desarrolladas que implican al sistema motor y sensorial, el funcionamiento cognitivo, las habilidades comunicativas y la capacidad para regular la conducta y las emociones.

Así, una característica frecuente en los pacientes es la pérdida de la independencia funcional en relación con el estado premórbido, derivando en una situación de discapacidad, con la consiguiente sobrecarga de su entorno más próximo, habitualmente, el sistema familiar.

Lo importante en cualquiera de los casos es que una persona con síntomas de estar teniendo daño cerebral ha de ser trasladada de manera urgente a un centro sanitario, donde se le deben practicar las pruebas diagnósticas pertinentes y poner el tratamiento adecuado para evitar complicaciones médicas futuras.

Desde el centro de Neurología Avanzadas, aseguran que la inmediatez de “la rehabilitación es fundamental para la recuperación de las facultades del individuo y que los objetivos de rehabilitación deben ser individualizados, centrados en la persona, pero realistas”.

Asimismo, establecen como prioritario “aminorar y compensar las secuelas del DCA, potenciar las capacidades preservadas para lograr la mayor autonomía y calidad de vida del paciente y familia” e incide en “la importancia de que el paciente se vea involucrado en su propia rehabilitación y de contar durante proceso de rehabilitación con apoyo y acompañamiento emocional a los afectados y familiares.”

Por ello, desde el Centro de Neurología Avanzada (CNA) se recomienda que se haga una valoración multidisciplinar con cuatro campos fundamentales que se deben atender de inmediato tras sufrir un daño cerebral adquirido y que son el nivel de conciencia, la capacidad de leguaje y de memoria y a la independencia motora y funcional.