Jornada Mundial de las Misiones
Pepe Rodríguez: «A los misioneros les daría todas las Estrellas Michelin»
Hoy se celebra el Domund con el cocinero de Masterchef como pregonero de una jornada que busca respaldar la entrega de los 10.629 evangelizadores españoles
«Misioneros, ¡a cocinas! Y todos nosotros, para ayudaros, ¡al Domund!». Es la «orden» que lanza el cocinero con Estrella Michelin y jurado de Masterchef, Pepe Rodríguez, elegido pregonero de esta Jornada Mundial de las Misiones que se detiene en los 10.629 evangelizadores españoles repartidos por los cinco continentes. Esta cita con la solidaridad permitió que solamente en el año 2020, Obras Misionales Pontificias de España pudiera destinar alrededor de 11,1 millones de euros a proyectos de desarrollo. Para este castellanomanchego con alma de catequista, los misioneros materializan el mandato de Jesús: «Dadles vosotros de comer». «¡Eso es cocina de aprovechamiento!», bromea Pepe.
¿Qué guarda en su memoria del Domund?
Recuerdo que todos los años lo preparábamos en el cole y que siempre venía alguna monja a contarnos su experiencia. Después, a lo largo de mi vida ha sido y es un referente Pedro Luis Rojas, un misionero de Illescas que ha estado toda la vida en África. De vuelta, sigue ayudando a través de ‘Kokari’, la asociación educativa que creó para los niños de Benín.
¿Cuántas Estrellas Michelin le daría a Pedro Luis si pudiera?
Todas las del mundo, no solo a él sino a cualquier misionero. Pero a ellos y a cualquier persona que se entrega a los demás por una causa. Admiro a toda la gente anónima de la Iglesia que lo da todo por otros, sea un sacerdote, una religiosa o un padre de familia que se desgasta por sus hijos. Para mí todos son ejemplo a seguir. Pero es verdad que los misioneros tienen un halo especial… Es cosa de valientes y de atrevidos, porque lo han dejado todo por ir a lugares francamente complicados.
¿Y a Pepe nunca le ha entrado el gusanillo de la misión?
La verdad es que no, pero hoy también tenemos mucha misión aquí. Por eso, cuando veo a un chaval joven de veintipocos años que decide ser sacerdote me merece muchísimo respeto y veneración.
Nunca ha tenido problema por declararse católico en público. Y eso no cotiza al alza…
Seguro que no es tendencia ni está entre las modas que se llevan, pero a mis 53 años no me queda otra que no renegar en lo que creo, siento, vivo y me gusta. Lo hago con naturalidad, sin presumir ni poniéndolo por encima de nada ni de nadie. No tengo una necesidad imperiosa de pregonarlo, pero tampoco lo escondo. Lo más importante es que uno sea feliz y, entre los caminos de la felicidad, está ser cristiano. Hoy nos movemos en ambientes hostiles, en tanto que en nuestros lugares de trabajo poca gente va a misa o no se sienten identificados con la Iglesia. Pero no lo vivo con pesadumbre, sino como una oportunidad para que con tu manera de ser y de aportar, sin ir con una banderola gigante, los demás descubran en ti algo diferente que suma. Esta es la manera de evangelizar hoy.
¿Y cuál es ese ingrediente para ser sal entre los rebotados y los decepcionados con la Iglesia?
La alegría, en su sentido más amplio y profundo. No es el mero buen humor, que sin duda es un signo, sino tu forma de ser, cómo afrontas los problemas y dificultades para que el otro se pregunté: ‘¿Por qué este tío todo lo transforma en alegría?’. Yo intento mostrarme siempre con esperanza, optimista y positivo. Ojalá que cada vez que nos encontremos con alguien se vaya pensando: «¿Por qué es tan feliz? ¿Por qué siempre tiene una sonrisa o una palabra de ánimo para mí?».
La alegría es palabra clave para este Papa. ¿Cómo vive que se le use como dardo político?
No es la primera vez que ocurre con un Papa. Incluso mucha gente dentro de la Iglesia ningunea a Francisco para cuestionarle, tachándole incluso de comunista. Cuando surge una polémica de este tipo intento analizarla sin ponerme la camiseta de mi equipo y me cuestiono: «¿Cómo verá todo esto Jesucristo?». Jesús vino a remover el mundo y no a contarnos milongas fáciles para que todo el mundo tuviese el oído contento. Tengo claro que el Papa debe lanzar mensajes para movernos y removernos. Seguramente no todos estén de acuerdo con él en algunas reflexiones, pero no me parece que el camino sea alimentar discrepancias contra él de una forma burda, como no me gusta que se proceda así con nadie. Yo tengo claro que Francisco es un enviado de Dios en la Tierra.
En una futurible visita del Papa a España. ¿Parrillada argentina o venado manchego?
Sin duda, algo de mi tierra, de carne argentina estará servido.
El pregón lo pronunció el jueves en la catedral de Toledo. ¿Le gustó la bachata que se marcaron C. Tangana y Nathy Peluso?
No he estado muy al tanto de toda la polémica. En cualquier caso, no sé si una catedral es el sitio ideal para ese tipo de videoclip. La Iglesia es de todos, pero no debe ser un sitio para hacer cualquier cosa, no mezclemos. Nosotros en Masterchef grabamos un programa en la catedral de León y no hubo ningún problema. Pudimos atravesar por el templo para dar la comida a los comensales y también tuvo lugar allí la deliberación, pero lo hicimos con ese gusto y respeto que hay que tener.
Está en marcha el Sínodo de la Sinodalidad con un sondeo para saber qué Iglesia sueñan creyentes y no creyentes. ¿Con qué Iglesia sueña usted?
No estoy descontento con la Iglesia que tengo ahora. Preguntar qué Iglesia quieres a todo el mundo exige una respuesta que no sé si todos estamos preparados para responder y podemos caer en la tentación de querer hacer una Iglesia a la medida de cada uno, a nuestra imagen y semejanza. Habrá quien piense que la Iglesia va muy lenta, pero yo creo que sigue evolucionando. No creo que sea bueno acelerar o frenar porque el mundo vaya justo ahora para la derecha, a la izquierda o al centro. Jesucristo dijo lo que dijo sin ir más lento ni más rápido que los demás. Eso sí, la Iglesia tendrá que cambiar y debe estar abierta a la realidad. Un cura de 2021 no puede ser ni vivir como un cura de 1957. Por ejemplo, todas las reflexiones del Papa sobre el mundo gay me parecen muy acertadas. Estoy convencido de que Jesucristo estaría en esa misma línea de preguntarse como Francisco: «¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?».
Cuando saltan casos de abusos eclesiales, ¿cómo le sienta?
Como dos puñaladas. De cualquier otro colectivo me sentaría fatal, pero de nuestra parte, con lo que somos y debemos ser, me duele especialmente. Se ha pedido perdón mil veces y habrá que pedir 150.000 veces más.
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