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Viaje papal

Francisco, en Grecia: lección de democracia

El Papa avisa de una UE «desgarrada» por populismos y nacionalismos

Ieronymos II, arzobispo de Atenas y de toda Grecia, da la bienvenida al Papa Francisco en la archidiócesis de Atenas GEORGE VITSARASEFE

Como los jesuitas de antaño, el joven Jorge Mario Bergoglio recibió una excelente formación clásica que incluía la lectura de los grandes autores de la antigüedad grecolatina. Así se explica que en su largo discurso pronunciado ayer por la mañana en el Palacio Presidencial de Atenas abunden las citas de la Ilíada y la Odisea de Homero o de Aristóteles. Fue su primera toma de contacto con el país heleno, donde hoy tendrá lugar la que, sin duda, será la imagen de este viaje internacional del año para Francisco: su visita al campo de refugiados de la isla de Lesbos. Por eso, no resulta extraño que, en esta jornada de calentamiento, el pontífice subrayara los valores básicos de la democracia y también alertara de las principales amenazas que se están acrecentando en estos últimos años.

A su llegada a la cuna de la civilización occidental, Francisco sintetizó en una frase la admiración y emoción que le provocaba tocar tierra en este país porque, como dijo, «sin Atenas y sin Grecia, Europa y el mundo serían menos sabios y menos felices…». «Por aquí han pasado los caminos del Evangelio que han unido el Oriente y el Occidente», admitió el Obispo de Roma, consciente de que «para llevar al mundo la buena noticia de Dios amante del hombre se escribieron en griego». También se refirió al mar, «al que Atenas se asoma y que orienta la vocación de esta tierra situada en el corazón del Mediterráneo para ser puentes entre las personas».

Esfuerzo y paciencia

Ante la presidenta de la República, Katerina Sakellaropoulou, el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, los ministros del gobierno, miembros del Parlamento y el Cuerpo Diplomático, Francisco manifestó una honda preocupación: «No se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no sólo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia». «Ésta –aseguró a renglón seguido– requiere la participación y la implicación de todos y, por tanto, exige esfuerzo y paciencia».

El pontífice hizo hincapié en que «la democracia es compleja mientras el autoritarismo es expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes». En este punto, echó mano del italiano Alcide De Gasperi, uno de los padres de la Europa actual junto con Konrad Adenauer, Robert Schuman y Jean Monnet, precisamente para alertar de cómo la UE hoy está «desgarrada por egoísmos nacionalistas» que la lleva a parecer «bloqueada y sin coordinación». Por eso, no dudó en lanzar un alegato en contra de las «polarizaciones» que «infunden miedos» y «elaboran teorías» que acaban «amplificados por la comunicación virtual».

Como en otros grandes discursos de su pontificado y documentos magisteriales, ayer se detuvo en esta facilidad que tienen las proclamas populistas para convencer a unos y a otros, sean de izquierdas y derecha. Francisco no hizo sino expresarse en línea de las reflexiones que recoge en la encíclica «Fratelli tutti», que ya ha cumplido un año de vida y en la que ofrece un manual básico sobre cómo materializar «la mejor política» al servicio de la caridad y la fraternidad universal.

«En diversas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el malestar conducen a una suerte de ‘escepticismo democrático’», alertó desde Atenas. También lamentó el escepticismo «provocado por la distancia de las instituciones, por el temor a la pérdida de identidad y por la burocracia». Para el sucesor de Pedro, «el remedio a esto no está en la búsqueda obsesiva de la popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de promesas imposibles o en la adhesión a abstractas colonizaciones ideológicas, sino que está en la buena política…». Frente a esto, el líder de los católicos hizo un llamamiento: «Ayudemos a pasar del partidismo a la participación; del mero compromiso para sostener propia facción a implicarse activamente en la promoción de todos».

Estas advertencias que compartió en territorio griego recuerdan de alguna manera a la lección magistral de pocos minutos que impartió al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en su visita a Roma en octubre de 2020, cuando le instó a configurar «la patria con todos», alejándose de cualquier tentación de ejercer su labor dejándose llevar de «ideologías» que se apoderan de la interpretación de una nación de un país y desfiguran la patria».

Brechas migratorias

En vísperas de su estancia en Lesbos, abordó la tentación ideológica con la cuestión de las migraciones en un contexto amplio: «Si en un tiempo –reconoció– los contrastes ideológicos impedían la construcción de puentes entre el este y el oeste del continente hoy la cuestión migratoria también ha abierto brechas entre el sur y el norte». «Quisiera exhortar de nuevo a una visión de conjunto, comunitaria, ante la cuestión migratoria y animar a que se dirija la atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus derechos humanos y de su dignidad», reclamó el Papa argentino.

Otro problema que le preocupa es la progresiva liberalización de la eutanasia en diversos países europeos. No dejó pasar por alto este tema en su alocución, recordando el juramento de Hipócrates. Así, destacó que «siempre ha de privilegiarse el derecho al cuidados y los tratamientos para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos, nunca sean descartados. En efecto la vida es un derecho; no lo es la muerte que se acoge, no se suministra».

Por su parte, en su discurso de bienvenida, la presidenta agradeció al Pontífice su segunda visita al país cuando se celebran 200 años de «la revolución contra el yugo otomano que ha llevado a la creación del moderno estado griego». En su alusión a la crisis de las migraciones le agradeció que «haya reconocido siempre la humanidad de los griegos, así como el peso desproporcionado que han soportado». «Por su cuenta, nuestro país se está empleando en prevenir los tráficos ilícitos de personas y su abuso político», presumió Sakellaropoulou. En paralelo, también le mostró su agradecimiento por haber luchado por que la basílica de Santa Sofía de Estambul siga siendo un símbolo ecuménico de culto religioso».

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