Salud

Una pastilla para simular en el cuerpo los beneficios del deporte

Los científicos buscan crear una «píldora milagro» que imite la estrategia de defensa de antioxidantes que se genera de manera espontánea cuando hacemos ejercicio

La OMS aconseja que a partir de los 65 años se haga 150 minutos de ejercicio riguroso a la semana
La OMS aconseja que a partir de los 65 años se haga 150 minutos de ejercicio riguroso a la semanalarazon

Sí, de acuerdo, el deporte es buenísimo para la salud. Todos lo sabemos. Puede que no pase un año de nuestra vida sin que nos propongamos ejercitar algo más nuestro cuerpo y quizás ni un día sin que nos sintamos algo culpables ante la avalancha de propuestas, mensajes e invitaciones a movernos más para estar mejor.

La relación ente ejercicio y bienestar físico y mental está más que documentada por la ciencia. Y lo cierto es que en las etapas más jóvenes de nuestra vida suele ser más fácil de poner en marcha. Conforme pasan los años, la actividad deportiva amateur decae aunque puede que sea precisamente ese el momento de practicarla con más motivo.

Según datos de la última Encuesta de Hábitos Deportivos elaborada por el Consejo Superior de Deportes, el 43,1 por 100 de los españoles mayores de 55 años ha practicado algún deporte en el último año. Supone un 11 por 100 más de los que lo practicaron en 2015, por ejemplo. Aunque sigue siendo menos de la mitad de la población de esa edad la que se ejercita con asiduidad, parece que el confinamiento durante la pandemia ha impulsado la práctica del deporte algo más de lo habitual.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de los 65 años todos deberíamos hacer al menos 150 minutos de ejercicio vigoroso cada semana. Se entiende como tal caminar recorridos largos, hacer alguna gimnasia adaptada a la edad (natación, yoga, baile, clases grupales…) o practicar algún deporte.

Observando la literatura clínica más reciente es más que evidente que permanecer físicamente activo a edades avanzadas reduce el riesgo de desarrollar algunas patologías. Pero la ciencia todavía no sabe muy bien por qué. Ni siquiera es fácil determinar con exactitud qué cantidad de ejercicio es suficiente para obtener tales beneficios. En las últimas semanas, dos investigaciones científicas pueden ayudar a entender mejor este fenómeno.

Un nuevo estudio publicado en la revista «Journal of Neuroscience» ha logrado establecer una clara conexión entre el movimiento muscular y la protección del cerebro contra los achaques de la edad. El trabajo ha sido liderado por científicos de la Universidad de Chicago y en él se ha monitorizado la evolución del cerebro de voluntarios mayores de 65 años en función del tiempo que permanecían sentados o en movimiento a lo largo del día. Para ello se han realizado decenas de cerebros de personas fallecidas a una edad avanzada y se han cotejado los estudios fisiológicos postmortem con encuestas sobre los hábitos de vida de los fallecidos. De manera consistente, los cerebros que presentaban más daños estructurales y mayor deterioro previo al fallecimiento coincidían con individuos demasiado sedentarios.

Otros estudios permiten identificar el impacto directo del ejercicio sobre la salud neurológica de personas en vida. Investigaciones publicadas hace unos años por expertos de la Clínica Mayo han demostrado que pacientes aquejados de demencia o de pequeños deterioros cognitivos mejoran su capacidad de memoria o de atención tras 6 meses de práctica de ejercicio moderado. Si se supera el año practicando un ejercicio aeróbico, los resultados son aún más espectaculares. De hecho, en esos pacientes de más largo recorrido se experimenta un evidente crecimiento del volumen del hipocampo lo que supone un mejor cuidado de la memoria. Las imágenes de resonancia magnética del cerebro de las personas mayores de 65 años que practican ejercicio moderado regularmente presentan mejor conectividad neuronal y menor pérdida de materia gris con el paso del tiempo. Los beneficios del deporte a otros niveles (pulmonar, cardiovascular, digestivo…) son más que reconocidos también.

¿Pero por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que hace que mover nuestra musculatura y levantarnos del sillón genere una cascada tal de reacciones positivas?

Esta misma semana, un equipo de investigadores de la Universidad Monash de Australia ha realizado un sorprendente descubrimiento que puede ayudar a responder a esta pregunta. Su trabajo desvela el mecanismo por el cual la actividad física mejora la sensibilidad del organismo hacia la insulina y, de ese modo, promueve la existencia de un metabolismo más sano.

Uno de los principales problemas metabólicos que se desarrollan con la edad es la resistencia a la insulina, es decir, la incapacidad del cuerpo de responder a esta hormona necesaria para metabolizar el azúcar. Se trata del primer paso hacia la aparición de enfermedades como la diabetes tipo 2 y, por ende, hacia el deterioro general de la salud de las personas de avanzada edad.

La investigación ahora presentada ha hallado que las pérdidas de músculo esquelético que se producen cuando pasamos mucho tiempo sin hacer ejercicio reducen la producción de Especies Reactivas al Oxígeno (ROS), una serie de radicales libres que si se acumulan en exceso en los tejidos producen el envejecimiento de los mismos pero que en este caso cumplen una paradójica función. Se sabe que el ejercicio puede mejorar la salud al generar defensas antioxidantes en el cuerpo.

En realidad, la práctica del deporte aumenta la producción de ROS. Estas sustancias son oxidantes y se acumulan en exceso producen daños. Cuando realizamos un ejercicio excesivo o poco continuado (si hacemos gimnasia de manera poco regular, por ejemplo), la acumulación de ROS puede ser perjudicial.

Pero el ejercicio moderado hace que el organismo reaccione defendiéndose mediante la producción de enzimas antioxidantes que mantienen los tejidos más sanos y jóvenes. En concreto, una encima llamada NOX-4 es esencial en ese proceso. Mediante el uso de ratones de laboratorio se ha demostrado que esta enzima se dispara en los músculos tras un periodo de ejercicio.

En ratones que no son sometidos a ejercicio, la enzima decae con el paso del tiempo a la vez que el animal envejece.

La investigación es realmente importante por dos motivos. En primer lugar, porque permite por primera vez establecer un nexo bioquímico entre el ejercicio y procesos metabólicos que conducen a una mejor salud. Pero lo más destacado es que podría servir de base para futuros tratamientos contra el envejecimiento.

Por ejemplo, se podrían desarrollar fármacos que modulasen la actividad de NOX-4 y permitiesen simular en el organismo la estrategia de defensa antioxidantes que realiza de manera espontánea cuando lo ejercitamos. Sería una suerte de pastilla antienvejecimiento que reproduciría los beneficios del deporte, sin practicar deporte. Algo que podría resultar muy beneficioso para las personas de más edad que no pueden moverse ya tanto como quisieran.