Movilizaciones
«Los enfermeros estamos defraudados y molestos»
Se concentraron ante hospitales y centros de salud de toda España para reclamar más inversión, apoyo y que se desbloquee la ley de Seguridad del Paciente
Miles de enfermeras y enfermeros de todo el país salieron ayer a la calle por el Día Internacional de la Enfermera. Quisieron mostrar, como señalaba uno de los sanitarios presente, que son «un valor seguro para garantizar la salud y calidad de vida del conjunto de la sociedad», por lo que reclaman invertir más en su desarrollo profesional y laboral.
Los concentrados, bajo el lema común de «Enfermeras para un futuro saludable, sostenible, equitativo, inclusivo e innovador», y convocados principalmente por el Sindicato de Enfermería (Satse), se concentraron frente a sus centros de trabajo portando carteles y mensajes que mostraban la importancia y necesidad de un colectivo profesional sanitario que, de forma especial durante la pandemia, ha sido un referente del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Los reunidos lanzaron mensajes de apoyo a una profesión que, según otro de los profesionales convocados, «requiere de un mayor compromiso en cuanto al reconocimiento público, político y social para poder seguir avanzando más, tanto a nivel profesional como laboral, por el bienestar integral de todos».
Desde el sindicato Satse se ha querido visibilizar en esta jornada la labor asistencial y de cuidados que realizan las más de 300.000 enfermeras y enfermeros de nuestro país, no solo en los centros sanitarios y sociosanitarios, también en otros ámbitos de actuación como centros educativos, empresas, ejército, emergencias humanitarias…, además de en materia formativa, docencia, investigación, gestión, o prevención y promoción de hábitos de vida saludables, entre otras.
Otro de los concentrados explicaba que «nos encontramos en un momento decisivo después de dos años de lucha contra la pandemia del coronavirus para que se desarrollen todas las actuaciones y medidas que permitan mejorar la atención y cuidados que prestan las enfermeras y enfermeros a más de 47 millones de personas, además de humanización, cercanía y empatía», apuntaba. Y pedía trabajar con suficientes medios y recursos en entornos seguros y saludables que les permitan realizar su labor sin sobrecarga, tensión y pésimas y precarias condiciones que, al final, repercuten negativamente en su salud y seguridad y en la de los pacientes.
El presidente de Satse, Manuel Cascos, señalaba a LA RAZÓN que este colectivo se siente «muy defraudado y molesto porque, después de dos años de lucha incansable contra la pandemia de covid observamos que a las administraciones, instituciones y partidos políticos no les importa absolutamente nada la viabilidad y futuro de nuestro sistema sanitario. Si me apura», explicaba Cascos, «tampoco les importa el de las enfermeras y enfermeros, que está íntimamente ligado al bienestar y la salud de más de 47 millones de personas».
El líder de Satse teme que, en estos momentos, «la seguridad de cualquier persona cuando necesita ser atendida en un hospital, centro de salud o residencia no está plenamente garantizada porque la tramitación de la ley de Seguridad del Paciente sigue bloqueada en el Congreso». Esta norma, según ha defendido el sindicato desde hace dos años, cuando se presentó, evitaría que se registrase «un elevado número de pacientes por enfermera, lo que conlleva riesgos, reingresos, complicaciones e, incluso, más fallecimientos y, pese a todo, siguen primando más los intereses partidistas y políticos antes del interés general de preservar nuestra salud, bienestar integral y calidad de vida», concluye.
Precisamente para dar el empujón definitivo a la enfermería las principales organizaciones que la representan han constituido «Unidad Enfermera». Buscan «trabajar de forma conjunta para lograr un mayor desarrollo del colectivo en todos los ámbitos (profesional, laboral, académico, científico, gestión…) y reclamar las mejoras que necesita para poder prestar su labor asistencial».
Opinión.
Una situación crítica
Vicente Gea. Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia.
Podríamos llegar a pensar que España no es un país excesivamente amigable para la práctica profesional de las enfermeras, el cuidado, porque no se contratan las necesarias. Faltan enfermeras, faltan muchas enfermeras. No es una situación nueva, surgida por la llegada de una pandemia aterradora, no. Es una carencia histórica a la que nadie con poder de decisión ha tenido la valentía de enfrentarse y corregirla. Lo que la pandemia ha hecho es visibilizar lo que ya sabíamos, y empeorar la situación al provocar abandono profesional y jubilaciones.
Según Eurostat (2021), España está entre los peores países de Europa en cuanto al número de enfermeras asistenciales (por supuesto por debajo de la media europea) y en el lugar 61 de los países OCDE.
La grave escasez de enfermeras universitarias no es sólo un problema que provoque demoras de atención o falta de control de pacientes crónicos, o incluso que empeore la calidad y satisfacción percibida por usuarios: es en realidad un grave problema para la salud pública.
En gestión es bien sabido, y además es una evidencia científica indiscutible, el hecho de que ante la falta de enfermeras aumenta la mortalidad. O que aparezcan más eventos adversos, en ocasiones graves o fatales, como errores medicamentosos, caídas, infecciones, etcétera. Por eso, más que propuestas corporativistas, en el Día Internacional de las Enfermeras quizá deberíamos reclamar mayor seguridad clínica y calidad asistencial para la población con más enfermeras y en más puestos de responsabilidad y liderazgo. Unas enfermeras que si por algo son reconocidas, es por su excelente formación y eficiencia, que provoca alta demanda en países de nuestro entorno europeo.
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