Sanidad

Protesta histórica: miles de enfermeras cargan contra el Gobierno por las calles de Madrid

Denuncian la dejadez del Ministerio de Sanidad y le exigen que cumpla sus compromisos con la profesión y los pacientes

Agrupados bajo el nombre de Unidad Enfermera, se han concentrado en Madrid miles de representantes de la profesión de todos los puntos de España en una manifestación histórica en lo que respecta al número de participantes. Desde la Plaza de Jacinto Benavente hasta la sede del Ministerio de Sanidad, pasando por el Congreso de los Diputados y arropadas por pacientes y ciudadanos, las enfermeras han reivindicado una mejora de su situación laboral.

Uno de los puntos candentes de la marcha ha sido el reconocimiento de la categoría profesional A1, un grupo al que pertenecen desde que en 2008 se impusiera el Plan Bolonia. En aquel entonces, desaparecieron las licenciaturas y diplomaturas. Tanto los médicos como las enfermeras pasaron a ser graduados y el Ministerio de Sanidad estableció una reclasificación profesional al grupo A1 tanto de las enfermeras como de los fisioterapeutas.

Sin embargo, el Gobierno no ha cumplido con esta deuda histórica. Es más, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, evita mencionarse al respecto. «Nos deben el reconocimiento de categoría profesional A1, como los médicos; pero nos dan la espalda porque esta variación repercutiría en una subida de salarios. En concreto, por enfermera, el sobrecoste ascendería a 5.900 euros anuales: de 27.160 euros a 33.078 euros -retribución que varía en función de las guardias, por tener especialidad y las aportaciones a la Seguridad Social-. Esto se traduce en un mínimo de 1.920 millones de euros teniendo en cuenta que hay más de 325.000 enfermeras colegiadas. La Administración Pública ve esta mejora como un gasto y no como una inversión», comentan fuentes de la profesión.

Pero también han exigido el refuerzo de las plantillas en todos los servicios asistenciales para que los pacientes sigan recibiendo una atención de excelencia y cuidados de calidad. «Hay que decir basta al maltrato laboral que sufrimos las enfermeras día a día y que se ha visto acentuado tras la pandemia. Existe una grave falta de profesionales sanitarios, sobre todo en Atención Primaria, que tenemos que soportar con más carga de trabajo cada vez y con el peso de un sistema que no soluciona los problemas, sino que los cubre con parches que ya están comenzando a desgastarse. Porque la sobrecarga de trabajo que tenemos es inhumana. El número de pacientes que tiene que atender cada enfermera está muy por encima de la media europea».

Así describe Elena Arias la frustración que sienten tanto ella como las nuevas generaciones de enfermeras ante la postura «enmudecida» del Gobierno en lo que respecta a la ratio enfermera/paciente. En España, contamos con una ratio de 5,6 enfermeras por 1.000 habitantes. Este dato nos sitúa en los últimos puestos de Europa, donde la media es de casi 9 enfermeras por 1.000 habitantes. Países como Alemania, Islandia, Finlandia, Suiza o Noruega superan las 13 enfermeras por cada mil habitantes.

Pero la crítica de Elena trasciende también a la falta de reconocimiento de las especialidades en Enfermería. Elena realiza actualmente la especialidad vía EIR (Enfermera Interna Residente) de Enfermería Familiar y Comunitaria. «El hecho de ser enfermera de atención primaria confiere una enorme responsabilidad, tanto por ser el primer nivel en el que se presta atención tanto porque tiene un papel muy importante en la promoción de la salud y en la prevención de enfermedades, fomentando y empoderando en el autocuidado a las personas, familias y comunidades. Para ello se necesita mucha formación y de alta complejidad. Y yo creo firmemente en la necesidad de especializarse para el avance de esta profesión, aunque el panorama me desanime, pues no existe una bolsa única de empleo y, al haber terminado el grado hace relativamente poco tiempo, estoy a años luz de conseguir la puntuación necesaria para ello. Por esta razón asisto a la manifestación, porque es frustrante y un sinsentido que inviertan en la formación de especialistas y luego no haya oferta laboral para ejercer como tal», lamenta.

Marilourdes de Torres, enfermera jubilada con 43 años a sus espaldas de dedicación profesional, es una veterana en la defensa de los derechos de las enfermeras. «He participado en todas las manifestaciones convocadas por el colectivo durante 43 años porque siento una obligación moral y emocional con la Enfermería, pero también porque me frustra escuchar que las enfermeras somos el pilar de la Sanidad y luego se nos trata con tanto olvido», lamenta.

Basándose en todos sus años de experiencia, reconoce que la profesión ha evolucionado en lo que respecta al reconocimiento de estatus y competencias; sin embargo, matiza que estos avances «nunca se han conseguido de manera amistosa; se han producido a base de luchas, órdagos y reivindicaciones en la calle y en los medios».

Marilourdes reclama enérgicamente «hechos, no palabras ni nombramientos interpuestos para tranquilizarnos mientras nos pasan la mano por la cabeza. Queremos nombramientos con poder decisorio y ejecutivo. Y también pedimos que los nombrados no tengan miedo a ir un paso más allá por perder el puesto y dejar de salir en la foto con los ministros o consejeros». Elena se suma a sus palabras añadiendo que «no es suficiente con invertir más presupuesto en recursos humanos y materiales en Sanidad, también se debería tomar más enserio a la profesión. Salimos muy bien formadas de la carrera y, aunque el colectivo sea muy consciente de ello, también es necesario ese reconocimiento por parte de las autoridades, elevándonos a la categoría A1 de la administración pública, que es la que merecemos».