Religión
El Papa en Canadá: ruta «penitencial» por los abusos a los indígenas
Francisco pone a prueba su maltrecha rodilla con este viaje de cinco días
Cinco días de «camino penitencial». Es la expresión que utilizó ayer Francisco durante el vuelo papal que le llevó hasta Canadá en el que ya es uno de sus viajes más complejos por una doble encrucijada: hacer creíble el perdón por los abusos eclesiales a los aborígenes y valorar su aguante ante las limitaciones de su maltrecha rodilla.
Tras un viaje de unas diez horas, el Papa aterrizaba ayer en Edmonton con las comunidades originarias como principal destinatario. No en vano tiene previstos hasta cinco encuentros oficiales con diferentes colectivos, además de la propia ceremonia de bienvenida que le brindó la gobernadora general de Canadá, Mary Simon, la primera indígena en el cargo.
30 millones de dólares
El pontífice argentino llega para pedir perdón, no solo por las vejaciones sufridas durante el siglo XIX y XX por más de 150.000 niños y jóvenes pertenecientes a las diferentes tribus canadienses en 139 internados del país. También asume la tarea de enmendar los errores, tanto de los obispos como de la diplomacia vaticana que, hasta hace poco no supieron calibrar el alcance de este escándalo, que ahora se traduce en más de 30 millones de dólares de indemnización que la Iglesia calcula que tendrá que pagar a las víctimas.
Cuando Francisco fue consciente de esta revictimización de los indígenas, les convocó a una cumbre en Roma y prometió que se desplazaría personalmente para arreglar el desaguisado.
Jorge Mario Bergoglio llegó a Canadá provisto de silla de ruedas y con bastón en mano, puesto que no acaba de solventar los problemas físicos provocados por una artritis que arrastra desde comienzos de año y que le obligó a suspender la gira africana a Congo y Sudán del Sur para este verano. Cerrado a una posible prótesis, sus dificultades de movilidad convierten Canadá en una prueba de fuego, lo que ya ha obligado a que los actos de su agenda no excedan de una hora.
Posible viaje a Kiev
Sin embargo, Francisco no parece dispuesto a bajar el ritmo. De hecho, durante el saludo a los periodistas que viajaban con él en el avión de Ita Airways, le volvieron a dejar caer un posible viaje a Kiev, después de que el ‘ministro’ de Exteriores del Vaticano, Paul Richard Gallagher, lo diera prácticamente por hecho para agosto. «Sí, me gustaría ir. Con suerte. Tal vez». Un deseo en abierto del Papa que completó con un «esperemos», pero también con un «es complicado».
Así, a 10.000 metros de altura, el Papa también aprovechó esta alocución espontánea para reivindicar el papel de los mayores en medio de la sociedad. Y lo hacía, con motivo de la Jornada Mundial de los Abuelos, que instituyó el año pasado y que se celebró ayer en todas las parroquias del planeta. «Hoy necesitamos volver a los abuelos -lo diré como un leitmotiv-, en el sentido de que los jóvenes deben tener contacto con sus abuelos, recuperar de ellos, recuperar sus raíces, no quedarse ahí, no, sino para llevarlos adelante, como el árbol que toma fuerza de sus raíces y las lleva adelante en flores y frutos», destacó el Papa en un alternativo rezo del ángelus fuera de la plaza de san Pedro.
En su reflexión de altos vuelos, también quiso tener presentes a los religiosos, «a los ‘abuelos’ de la vida consagrada». «Por favor, no los escondáis, son la sabiduría de una familia religiosa», exhortó a los responsables de los institutos de vida consagrada.
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