Gratitud al cardenal

¡Siempre adelante!

Día tras día ha hecho resonar el Evangelio

Celebración del octavo aniversario del nombramiento del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares
Celebración del octavo aniversario del nombramiento del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio CañizaresARZOBISPADOARZOBISPADO

Esta es una buena expresión para señalar la actitud espiritual que he percibido a lo largo de los años en la vida episcopal del cardenal Cañizares, a quien conozco desde hace mucho tiempo y de quien he recibido tantas muestras de cercanía y bondad. Por ello, mi visión está marcada por la gratitud y la admiración por alguien que ha hecho de su vida un servicio al Evangelio, una entrega constante e intrépida, tantas veces audaz. No quiero decir que todo haya sido un camino de luces, Dios sabe que todos somos pecadores perdonados, pero Don Antonio, en medio de la ambigüedad de la acción humana y de las circunstancias, no siempre favorables, ha tratado de mostrar los fundamentos de nuestro vivir, y de forma particular de la misión que como creyentes y seguidores del Señor estamos llamados a realizar. Ante todo, ser testigo del Dios viviente, garante de nuestra libertad y de cuanto es bueno y justo. De ahí, su tantas veces repetida afirmación teresiana «Solo Dios basta», fundamento inolvidable que sostiene la realidad de toda la creación y la dignidad sagrada de todo ser humano. A su luz se comprenden sus esfuerzos por promover y defender la realidad de la vida humana es todas sus dimensiones, desde la concepción hasta la muerte; en desarrollar caminos educativos que ayuden al encuentro con la «Verdad que hace libres», verdadero manantial de toda liberación; en una presencia en la dinámica de la vida, con sus posibilidades, desafíos y conflictos; también con sus heridas y oscuridades, pues nada de la aventura humana le ha sido ajeno.

Así día tras día, el Cardenal Cañizares ha hecho resonar el Evangelio, no sólo con las palabras, sino también con gestos concretos de caridad, pues en todo esto, lo importante está no sólo en las palabras, tantas veces necesarias, sino también en las obras. Y en este sentido sobresale su apuesta por las iniciativas educativas, desde la escuela más elemental hasta el más complejo mundo universitario. Una constante de su misión pastoral a la que siempre ha unido a la atención, fiel y decidida, a las parroquias para que sean más intensamente evangelizadoras, junto con los movimientos e iniciativas apostólicas que el Espíritu suscita en la Iglesia, especialmente en las nuevas formas de Vida Consagrada.

Son muchos los rasgos admirables que cabría destacar, pero ante todo es su relación con las personas, especialmente cuanto están marcadas por las heridas y las lágrimas, o cuando se presentan como buscadores de un crecimiento humano y cristiano. Ahí se manifiesta la inquietud espiritual que guía a Don Antonio, siempre abierto a la acción del Espíritu en el mundo y en la Iglesia. Una señal de su dejarse guiar por la acción divina siempre nos lleva adelante, pues el Señor camina siempre delante de nosotros.