Opinión
60 años
El Vaticano II fue el acontecimiento más transcendental del siglo XX para el catolicismo
Hace ya seis décadas, el 11 de octubre del año 1962, Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II. En la mañana de ese fausto día 2.500 obispos procedentes de todo el mundo iniciaron los trabajos de la asamblea ecuménica. Por la noche, una gigantesca procesión de antorchas recorrió la Via della Conciliazione y la Plaza de San Pedro.
El Papa, que contemplaba emocionado desde la ventana de su despacho en el Palacio Apostólico tan bello espectáculo, aprovechó para improvisar unas palabras que han pasado a la historia como «el discurso de la luna». En efecto, Roncalli afirmó en aquella fecha que la luna se había dado prisa esa noche a salir para poder contemplar una escena «que ni siquiera la Basílica de San Pedro, que tiene cuatro siglos de historia, había podido contemplar antes».
Luego prosiguió: «Volviendo a vuestras casas encontraréis a vuestros hijos y alguna lágrima que enjugar; acariciarles y decidles que es la caricia del Papa que está con nosotros, sobre todo en los momentos tristes y amargos». Un enorme clamor fue la respuesta de la multitud agolpada en la plaza.
El Vaticano II fue el acontecimiento más transcendental del siglo XX para el catolicismo; sin sus reformas –acaba de afirmar el cardenal Jean Claude Hollerich–, «la Iglesia católica sería hoy una pequeña secta desconocida para la mayoría de la gente». Como gesto de agradecido reconocimiento, Francisco quiso celebrar el aniversario con una solemne Eucaristía celebrada en la Basílica escenario de las cuatro sesiones conciliares, tres de las cuales fueron conducidas con mano maestra por Pablo VI.
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