38 euros de paga por no hacer nada
Un estudio en menores muestra cómo sus padres les dan dinero sin exigirles responsabilidad alguna
¿Cuánto dinero le daban cuando era adolescente? ¿Lo recuerda? Seguro que le sorprende saber que hoy los niños, de entre 12 y 19 años, reciben de media 13,5 euros que si nos remontamos a finales de los noventa superan las 2.000 pesetas. Toda una fortuna en aquel momento y que, sin embargo, como revela el «Informe Adolescentes 2013» que han realizado la Universidad Complutense de Madrid y Keepunto hoy se queda corta, ya que «cuando les preguntamos a los 800 adolescentes en qué se gastaban la paga, al final se daban cuenta de que el consumo era mucho más elevado. Alcanza, de media, los 38 euros», explica una de las principales investigadoras y vicedecana de la Facultad de Comercio y Turismo de la UCM, Francis Blanco. «Los adolescentes descontrolan el gasto, viven en la sociedad del ya y el ahora. Cuando quieren algo lo compran y listo», sostiene la experta. Y es que, aunque la diferencia entre el dinero que manejan los preadolescentes de 12 a 15 años –conocidos como «tweens» en los países anglosajones– y con el que cuentan los «teens» –adolescentes de entre 16 y 19 puede variar en hasta 18 euros. Eso sí, al mes pueden llegar a contar con más de 100 euros de media que dedican, sobre todo, a salir con sus amigos. Sólo el 13 por ciento de los encuestados afirma que ahorra parte de ese dinero.
Otra de las diferencias que el lector puede apreciar con respecto a su adolescencia es que hace una o dos décadas, para poder recibir ese dinerillo era indispensable hacer algo a cambio: colaborar con labores de la casa, cuidando de los hermanos pequeños o sacando buenas notas. Esto también ha cambiado: siete de cada diez adolescentes reconocen que no ayudan en nada. Es decir, reciben dinero porque sí. Es más, no les retiran la paga por mala conducta, ni por sacar malas notas. «Se han acostumbrado a que sus padres les van a dar dinero siempre que lo necesiten, sin que tenga que suponer ningún esfuerzo para ellos», sostiene Blanco. Aunque no existen estudios previos al que ha realizado la Complutense, «un análisis de los comportamientos de los adolescentes que realizaron expertos de Valencia en 2001 apuntaba a que el 65 por ciento contaban con una paga y las cuantías que recibían no eran tan elevadas como las actuales», aclara.
Javier Urra, doctor en Psiquiatría y ex defensor del menor, no cree que la culpa sea exclusiva de los jóvenes, «vivimos en una sociedad de consumo y si el niño crece con unos padres que cada cierto tiempo cambian de coche o de casa, es normal que lo asimilen como lo normal». Por eso, él aboga por imponer una mayor austeridad en las casas. «Poner limitaciones». Y es que, en ocasiones «lo que no queremos es enfrentamientos y por eso los padres no son capaces de frenar a los adolescentes».
El estudio que se ha presentado también analiza la relación de los adolescentes con las redes sociales y, al igual que numerosos informe previos, llegan a las mismas conclusiones: su vida gira alrededor de una pantalla. Ya puede ser la del móvil, la tableta o el ordenador, pero chatear y navegar por internet se ha convertido, prácticamente, en su única afición. «No tienen sueños, ni nos saben explicar qué les gustaría hacer en un futuro. Su mundo gira en torno a sus amigos y a las relaciones sociales, no tienen ganas de conseguir cosas», comenta la vicedecana. Tuenti, Twitter y Facebook encabezan la lista de sus aficiones e incluso prefieren utilizar estas redes para informarse que medios convencionales como la Prensa o la televisión. Es más, «los videojuegos están de capa caída. Ya no les interesan y terminarán siendo un producto de consumo sólo para mayores».
Otro dato que preocupa a los expertos y, más aún a los padres, es el uso de las redes, ya que mientras aseguran que tienen 293 amigos de media en las plataformas para chatear, fuera de ellas descienden a 53, «de los que reconocen que sólo cinco o seis son íntimos». Tienen extensas redes de amigos, pero no incluyen en ellas a sus progenitores: seis de cada diez afirma que no ha aceptado a ninguno de sus padres en su perfil digital. «El control de estos sistemas aún es una tarea pendiente porque los padres no saben cómo entrar en la nueva era digital y de ahí que no sepan tomar medidas», concluye Blanco.
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